Opinión

Distinta vara de medir

Pues, dilecta leyente, la supongo informada de la bulla que las peñas independentistas y feminazis le ha armado al insigne periodista Carlos Herrera a raíz de un comentario que este hizo sobre la distinta vara de medir que tienen determinadas asociaciones que dicen defender los derechos de la mujer.
La cuestión comenzó cuando en una parte de este país, a la que algunos llaman Catalunya, unas inofensivas jóvenes intentaron colocar unas pancartas reclamando la instalación de unos paneles en la vía pública para ver los partidos de la selección española de fútbol y fueron agredidas y vilipendiadas por un grupo de radicales catalanes, a los que parece herir su sensibilidad todo lo que tenga relación con España, demostrando su “democrático” seny.
Pues bien, ante esta bellaquería, tanto las autoridades como las otrora activistas feministas callaron, y es lo que exasperó a Herrera que en su programa hizo alusión a una expresión coloquial cual es la de “callarse como putas”.
Entonces se puso en marcha el agitprop (agitación y propaganda), estrategia que tan bien maneja la izquierda, para darle la vuelta a la tortilla y desviar la atención no hacia el hecho execrable del empleo de las palizas como forma de oposición, sino hacia la “grosera” frase del periodista, al que ahora ponen a caer de un burro. Otro, ante estos mismos hechos quizá hubiera echado mano de la doctrina Romanones: “Al amigo el culo, al enemigo por el culo y al indiferente la legislación vigente”, que, aunque suene a escatológica, sería lo que como mayor realismo reflejaría la actuación de los jerarcas catalanes y sus comparsas.   
Estas actitudes partidistas desacreditan a las asociaciones, grupos o individuos al sostener una visión parcial de los hechos que denota que la defensa de ciertos derechos no es más que parte de una estrategia de lucha por unos intereses que poco o nada tienen que ver con lo que dicen defender. Más bien son el pretexto o arma arrojadiza para la confrontación, el desgaste y el desprestigio del oponente.
Lo digno es encarar democráticamente todo acto de violencia, venga de donde venga, y no “callarse como putas” cuando los violentos son de su misma camada, pues, cuando se pierde la imparcialidad se pierde también la credibilidad, y lo que queda es solo una facción que se aprovecha del sufrimiento de las víctimas para conseguir espurios objetivos.
Ha sido el silencio cómplice de unos y el silencio cobarde de otros, frente a las amenazas y agresiones a todo el que no fuera independentista, el germen de algunas organizaciones criminales, de las que dramáticamente tenemos cruda experiencia. 
 

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