Opinión

Ciudadano Garzón

Pues, dilecta leyente, no sé si vio la rueda de prensa del intrépido Garzón, de IU, tras la entrevista con el rey, al que se dirigió continuamente como el ciudadano Felipe, salvo en una ocasión en que se le escapó lo de rey, por lo que casi se vio obligado a flagelarse por el “tremendo” lapsus.  Cierto que, para algunos, hoy el rey no es más que un servidor retribuido por la nación y que ya entonces un tal Francisco de Vinatea se atrevió a decirle a Alfonso IV de Aragón aquello de “Cada uno de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos”; ¡pero le querría ver en Inglaterra llamándole a la reina ciudadana Isabel! Seguramente terminaría chapoteando en el Támesis. 
A mi me recordó al ciudadano Robespierre, ya sabe, cuando la Revolución francesa, y su gobierno de Terror, con Marat y monsieur  Guillotín con su invento para cortar cabezas, “una ejecución que evita el sufrimiento de los condenados y sin discriminación de clase”, siendo Luis XVI el primero en estrenar el artefacto, seguido de María Antonieta y el resto de la familia real; en la que al final terminaron muchos de aquellos ilustres ciudadanos revolucionarios. Y es que se ve que olvidaron el conocido principio de la Física: A cada acción corresponde una reacción igual, pero de sentido contrario. 
Famoso se hizo por entonces un personaje literario inglés apodado “Pimpinela Escarlata”, célebre por su habilidad para el camuflaje, tras el que se ocultaba el aristócrata sir Percy Blakeney que burlando a los franchutes liberaba a los miembros de la nobleza que la chusma quería apiolar. Y es que siempre hay un lord inglés para defender la monarquía, y si no se inventa.
A mí no es que este Felipe VI me haga ninguna ilusión, aunque quizá sea esa figura aséptica la que se espera de un moderno monarca europeo. Desde luego tiempo ha tenido para formarse para el regio cargo de este país “social y democrático de Derecho”. Pero este menda prefería al viejo rey, que representaba las virtudes y defectos del prototipo español: “España y yo somos así, señora. Soy un truhán, soy un señor. Y ni lo he hecho, ni lo volveré a hacer”.
En cualquier caso, aunque sólo sea por espíritu de supervivencia, que los ciudadanos garzonianos y podemitas se guarden la guillotina, pues el rey simboliza la estabilidad en el interior, ya que resulta inimaginable un Jefe de Estado del PP y un Jefe de Gobierno del PSOE, o viceversa (sigue vigente el espeluznante epitafio de José de Larra:  “Aquí yace media España, murió de la otra media”), y en el exterior es un embajador permanente de la “esencia” española, frente a los cambios políticos.
 

Te puede interesar