Opinión

El chapo Guzmán y Pablo Escobar

Pues, dilecta leyente, el chapo Guzmán, ahora ocasionalmente detenido, pendiente de una hipotética extradición a Estados Unidos, está considerado como el narco más influyente del momento. Tiene con Pablo Escobar grandes similitudes y grandes diferencias. Entre las similitudes se cuenta que ambos tenían comprada a la mitad de la cúpula gubernamental; que sus fabulosos ingresos superaban a los presupuestos de sus respectivos países y cuando caían seguían dirigiendo las operaciones desde sus sofisticados aparta-hoteles talegarios. Escobar hasta construyó su propia mansión penitenciaria, de donde entraba y salía cuando le apetecía, pues no necesitaba plan de fugas, que ya venía incorporado. Ambos, antes de resistirse intentaban “negociar”, pero Escobar ante la menor frustración recurría a la balacera.
Entre las diferencias más evidentes está que Escobar terminó su loca carrera delictiva muriendo en un enfrentamiento armado con las Fuerzas de Seguridad, “con dos pares de gónadas”, mientras que Guzmán siempre trató de evitar abiertamente la pelea, “con dos pares de neuronas”. Parecía tener la certeza de que a él no lo matarían; las razones son fáciles de intuir: Estaba aún en la cresta de la ola del submundo hampón, disponía de un ejército propio, muchos infiltrados entre sus perseguidores y su ejecución traería una espiral de violencia que las autoridades tratarían de evitar, mientras que Escobar se encontraba en el ocaso de su “reinado” y solo le apoyaban unos cuantos incondicionales que no tenían nada que perder.
Escobar siempre actuó dominado por la testosterona, lo que le llevó a hacer de la violencia su medio de convicción, llegando a asesinar políticos y periodistas que lo criticaban, incluso en el culmen del paroxismo creó su propio partido político y esa fue su perdición, pues puso en peligro la exigua libertad democrática de su país y la estabilidad de la Comunidad Iberoamericana, algo que no podían permitir los poderes fácticos. No obstante, no llegó a la crueldad de Nazario Moreno, alias “El Chayo”, que dirigía el grupo de Los Templarios, que en sus ritos de iniciación de nuevos integrantes, les obligaba a comer el corazón de sus víctimas,  o de la mafia calabresa de los “Ndrangheta” que entregaba a sus rivales para comida de los cerdos. Lo que me hace dudar si fue el gordinflón dirigente de Corea del Norte el que ideó tal tipo de ejecución o la copió de estos otros descerebrados.
Otra diferencia es que sobre el narco colombiano se hizo una película, después de muerto, antes se correría un grave  riesgo, salvo que el guión lo escribiera él, como pretendía el narco mejicano, que de momento se tendrá que contentar con vender camisetas con su feo careto que, inexplicablemente, parece que se veden como estampitas de la Santa Muerte. De seguir así, podría cambiar de negocio, al menos mientras sea huésped de los yanquis. 
Los dos cometieron el error de introducir la droga en Estados Unidos, desafiando al país más poderoso del mundo. Podían haberse contentado con expandirla por Europa, a través de nuestro país, que somos más flexibles. Pero al de Escobar hay que añadir, el de entrar en la política activa, en vez de seguir manejando, desde la sombra, a los senadores como sus marionetas.
¡Se equivocó  la paloma…!
 

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