Opinión

Casas para divorciados

Pues no me he olvidado del caso “Diana Quer”, dilecta leyente, lo que ocurre es que, al haber prorrogado un mes el secreto de las investigaciones, cabe pensar en que hay algún sospechoso o sospechosos del entorno de la joven que no es conveniente que estén al loro ni de lo investigado ni de lo por investigar, debiendo, por ello, dejar trabajar, con su reconocida discreción, a los expertos, en la continuación de las pesquisas, y sin meterles inapropiadas presiones. Así que, de momento, lo mejor es tener en cuenta las sabias palabras de Lao tsé: “El que sabe no habla, el que habla no sabe”. Por otra parte, no conviene detener al sospechoso hasta tener localizada a la desaparecida por aquello de que se puede negar a declarar donde la tiene oculta, si fuera el caso, y resultase peor el remedio que la enfermedad.
Por ello, con su aquiescencia, esta vez mi artículo versará sobre el tema de los divorciados y el problema de quién se queda con el uso de la vivienda familiar, que tampoco está lejos de constituir una tragedia doméstica. Al respecto, el Tribunal Supremo avala la posibilidad de la división de la vivienda; claro que es imprescindible que ésta reúna condiciones para proporcionar una habitabilidad independiente y que la situación familiar no sea conflictiva.
Para facilitar las cosas, en Holanda, previendo estas situaciones, ya construyen “viviendas flexibles” formadas por diversas unidades que pueden conectarse y desconectarse sin demasiado esfuerzo, quedando la misma dividida en dos partes totalmente independientes, con el propósito de ayudar a que el proceso de separación resulte menos traumático, al menos en el aspecto material.
Dicho proyecto seguramente facilitará la custodia compartida, sin que los hijos tengan que hacer ningún desplazamiento, lo que probablemente resulte altamente beneficioso para todas las partes. Pero claro, eso está pensado para un país que no tenga sangre latina, como el nuestro, donde sobran los cafres.
En contra, se perdería la intimidad de los divorciados, facilitaría el control de uno sobre el otro, los posibles celos, etc. Por lo que, antes de adquirir este tipo de vivienda, hay que pensárselo mucho, y a la vista del número de mujeres asesinadas por la mal llamada violencia de género, lo mejor,  en caso de situación conflictiva en la pareja, es darse el piro, presentar la demanda de divorcio y no volver a relacionarse con el andoba salvo a través de su abogado. Y, si se tercia, denunciar los malos tratos ante el Juzgado de Violencia sobre la Mujer, solicitando una medida de protección como las de alejamiento e incomunicación. Luego ya se verá lo de la custodia y la vivienda, pero lo primero es salvar el pellejo, A continuación acogerse a las medidas de apoyo, de todo tipo, previstas para la mujer maltratada. ¡Y al “waltrapas” que le den por donde más amargan las guindillas! 
Pero si ella se echa “noviete” puede perder la pensión compensatoria y, si lo “ hospeda”, puede perder el uso de la vivienda. ¡No todo van a ser ventajas!
 

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