Opinión

Burlando a la Justicia

Pues, dilecta leyente, los malhechores recurren a diferentes medios para zafarse de la Justicia, como cambiar su aspecto, desde las opciones más simples, como dejarse la barba o teñirse el pelo, hasta hacerse la cirugía estética, pero lo que no resulta tan habitual es que el valtrapa acuda al cambio de sexo, como ha hecho un joven hondureño, abriendo una nueva vía al escapismo delincuencial. Digo yo, que, cuando sea trincado, irá a parar a la prisión de mujeres, con las que podrá practicar lesbianismo en vez de la bíblica fornicación. Claro que, ahora que lo pienso, también Roldán “cumplió” en una de estas, y sin cambiarse de sexo. ¡Cosas!
Otros procuran conseguir documentación falsa (con otro nombre, pero manteniendo su propia foto) o pirarse a otro continente, especialmente con el que no haya tratado de extradición; utilizando hombres de paja para no figurar en ninguna operación comercial, utilizando incluso mendigos para que firmen por ellos contratos, como el alquiler de la vivienda, coche, etc., sin que conste el verdadero propietario. Y algunos buscan refugio en lugares donde cuentan con fieles seguidores que les ayudan a ocultarse. 
La policía, por su parte, recurre a la identificación de los criminales mediante la foto normal y la “foto fit” (envejeciendo la imagen para conocer aproximadamente cuál sería su aspecto actual), la lofoscopia, documentoscopia, el retrato robot, la ”voiceprint identification”, la odontografía y el ADN. Por lo que algunos intentan raspar su dibujo papilar (trabajo inútil); lo curioso es que se olvidan de borrar su tatuaje. Hoy también se trabaja con otros medios de investigación, que quizá necesiten perfeccionarse, como la odorología y la termografía, etc. y de localización, como el rastreo del movimiento bancario, del móvil, la chicharra, intervención telefónica, etc.
Mire, respecto a la cirugía, sería un error creer que es una ciencia moderna. El papiro Ebers, de 1.500 años antes de Cristo, demuestra que la cirugía plástica era conocida por los egipcios, cuya técnica era empleada para el trasplante de tejidos, y en las India, ya  2.500 años antes, se hacían reconstrucción de nariz, oreja y labios, dirigida especialmente a aquellos que habían resultado castigados a la mutilación de alguno de estos órganos, como adúlteros, delincuentes o prisioneros de guerra.
En cuanto a los orígenes de la cirugía estética, cuya única finalidad es el embellecimiento, tampoco son recientes, y aún se practica en ciertas tribus. Por ejemplo, en Brasil, donde consideran una hermosura la expansión del labio inferior, o en África y Oceanía donde es guay la expansión del lóbulo de la oreja, y otros realizan combinados cortes superficiales en la piel a título decorativo. En cualquier caso, la perforación de la nariz y de la oreja sigue teniendo un discutible contenido estético en nuestros días.
Aparte de las folclóricas, son los capos de la mafia los más aficionados a este tipo de operaciones, que tienen sus riesgos y no sólo por el bisturí, sino porque en ese estado de inconsciencia se es muy vulnerable. Uno de los casos más paradigmáticos fue el representado por Amado Carrillo Fuentes (a) “Señor de los Cielos”, líder del cártel de Juárez, sucesor de Pablo Escobar, que palmó en la camilla, sin que se haya podido acreditar si fue asesinado o se trató de un fallo médico. Lo cierto es que los cirujanos, por empacho de plomo, ya no lo pueden contar.
Todas estas medidas pierden eficacia cuando el delincuente resulta ser un egocéntrico, que le impide pasar desapercibido, haciendo ostentación de riqueza, lo que atrae la atención de las autoridades y la envidia de sus vecinos, o publican su foto en las redes sociales. En otras ocasiones los investigadores consiguen que alguno de sus colegas les delate.
Como dice el sabio refranero: “Con maña, caza a la mosca la araña”.

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