Opinión

Adolescentes en efervescencia

Cediendo a su petición, dilecta leyente, reproduzco mis consejos a padres en apuros: Si te coge de sorpresa que tu hijo/a adolescente quiera salir de marcha nocturna, es que ni te has preocupado de estar al loro de la movida ni de conocer a sus colegas.
Está en el tiempo de la rebeldía; de demostrar al mundo, y sobre todo a su grupo de amigos, que ya no está bajo las faldas de su madre. Y también ha llegado el momento de experimentar por sí mismo lo que otros le han contado.
Como las salidas van a ser inevitables, hay que buscar soluciones. Necesitas un plan. Hay que comenzar por conocer a sus amigos (a todos, no sólo a los que él elija como representación). Que los traiga a casa, con cualquier motivo. Habla con ellos con naturalidad, no seas un plasta hablando de tus tiempos, sino de los suyos. Demuestra que al menos sabes que el bacalao no es un pez ni el calimocho un ave, que hay más chocolate que el de Nestlé y que hay otras ruedas que las del coche. Pero no te equivoques: ni intentes ponerte a su altura ni te esfuerces por ser su amigo. Él ya tiene sus propios amigos, de su edad, con similares gustos y motivaciones. Lo que necesita es un padre, sin adjetivos, razonablemente preocupado.
Luego hay que atender al principio de “adecuación social”, es decir: cuál es la edad que se puede considerar normal y cuál es la hora apropiada de regreso. Para ello no hay más remedio que reunirse con los demás padres y crear un “gabinete de crisis”, actuando de consuno. Si la rebelión no tiene líderes consolidados y no existe aún un sentimiento reivindicativo colectivo, se puede abortar; eso sí, sin ensañarse con los vencidos, pues sólo habrás retrasado el momento de la derrota final.  Perdida la guerra, en cualquier caso es aconsejable que vuelva con el grupo, aunque sea tarde, que no solo/sola, por haberle impuesto una hora inflexible con sanción inapelable.
Si tu hijo te cuenta que es objeto de acoso escolar, no te precipites. Si te enteras por otros medios, preocúpate. Es que no confía en ti. Debes demostrarle, en cualquiera de los casos, que sabes como solucionar el problema. Primero comprueba  los  hechos, entérate de lo que realmente pasa y sus causas. Ni tú ni tu hijo sois Bruce Lee ni falta que os hace, además ello sólo empeoraría las cosas. Busca el apoyo de otros padres, bien porque estén en una situación parecida, o porque teman poder llegar a estarlo o simplemente porque sean unos ciudadanos solidarios. Cuando tengas las cosas claras y la ayuda necesaria forma una comisión para hablar con los responsables del Centro, expón la situación ante la Asociación de padres de alumnos, acude al Consejo Escolar, etc., tratando el hecho como un problema social y no como un caso individual, pues eso sería como arrojar a tu hijo bajo las patas de los caballos, ya que sería considerado como un “chivato” por los otros compañeros y las burlas aumentarían. En consecuencia, empeorarías las cosas y tu hijo no volvería a contar contigo. Por el contrario, si se siente comprendido y arropado ello fortalecerá su espíritu y cuando sea mayor confiará en el sistema democrático. En cualquier caso, si alguien tiene que irse del Colegio, que sea el agresor. Ello también serviría de ejemplo a los demás “monstruitos”. Por último, si las cosas se agravan acude a la justicia de menores, confía en el GRUME (Grupo de Menores), hoy integrado en la UFAM (Unidad de Familia y Mujer).

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