Opinión

Extravagancia británica

Hablando con los ingleses que viven en España, o escuchando por teléfono sus opiniones sobre la salida de la Unión Europea, es bastante sencillo sacar la impresión de que, si se convocara un nuevo referéndum sobre el llamado "brexit", es bastante probable que saliera una mayoría que optara por no salir. Y ello debido a que la tensión emocional durante la campaña logró que predominara el orgullo malinterpretado del nacionalismo sobre la racionalidad, y bajo esa excusa se mintió descaradamente sobre las consecuencias económicas de la salida.
Creo que los españoles que vivimos fuera o dentro de Cataluña no necesitamos demasiadas explicaciones para entenderlo, con la diferencia de que, tras la explotación sentimental, en el Reino Unido ha comenzado a aumentar el pragmatismo.
Entonces, si los partidos aspiran a ser los representantes legítimos elegidos por el pueblo ¿por qué no se convoca un nuevo referéndum y se respeta la voluntad que tiene ese pueblo a finales de 2018, y no la que tenía el 26 de junio de 2016? Parece un misterio o una locura, pero todo se debe al cálculo de los políticos, o el culto a su soberbia, que les impide reconocer que se equivocaron y prefieren perseverar en el error a cambiar de opinión. Ni los euroescépticos que se pasaron de entusiasmo, ni los pastueños que no acertaron a frenar, están ahora dispuestos a confesar sus errores. También esto nos suena. Es lo mismo que sucede en esas parejas donde una pequeña discusión puede generar una separación, por ese culto al orgullo personal, aunque el orgullo nos lleve a la ruina, sea ruina sentimental o económica, o las dos a la vez.
Todo este sin sentido se debate a la vista de todos, sin que nadie se atreva a decir que convendría volver a la casilla de salida. ¿Les suena, también?
Claro, las extravagancias nacionalistas se parecen bastante, aunque varíe la envergadura, porque los políticos, por desgracia, se parecen bastante aunque hablen idiomas distintos.

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