Opinión

Vox populi, non vox Dei

No dejes que el bulo anide en ti como el gusano en la fruta. Lee, compara, analiza y cuando encuentres algo veraz, desconfía. La veracidad -como la alta política- es cuestión de dinero: los ricos ya tomaron el poder.
No hay mentira más flagrante que la verdad retocada. Los editoriales de los periódicos utilizan la realidad para mentir; los escribe el diablo con líneas torcidas: son sinuosos como los áspides; quieren inocularte su veneno, hipnotizarte; te miran pidiéndote fuego, como seducen las ‘femme fatale’. Vélate de Atresmedias, Mediasets, Vocentos, Prisas, Copes, cadenas autonómicas y demás impostores de imparcialidad. Huye de plumillas pesebreros como gato del mastín: el que tiene culo tiene precio, y muchos están de saldo desde que nacieron. Huye del informante que es noticia, de las encuestas papagayo, de los sondeos al aire y de los globos sonda: quieren saber por dónde respiras para calcular dónde tienes la angostura; los poderes fácticos suelen ser fálicos, desgarradores, cual juicio paralelo. 
Ya no impera el poder de la verdad, sino la verdad del poder. La posverdad se ha pasado de frenada. Los muros son la prensa del pueblo, fíjate de vez en cuando en sus consignas. Que una noticia sea vox populi no quiere decir que sea vox dei. Ten fe en el agnosticismo. No creas todo lo que oyes. No te dejes amedrentar por el bufido de las sierpes, ni por el filo de las lenguas viperinas: recuerda los fondos de reptiles. Trata, como el murciélago, de orientarte con el radar de la desconfianza en las tinieblas de la red social.
No hagas apología de la ignorancia con tu silencio. Discrepa. Huye de las tómbolas, ‘¡al buen bulo, oiga!’; huye del que todo lo sabe, porque ese no puede aprender; del que todo lo embarulla, sus opiniones nunca se deslían en verdad. Alguien que pueda ser capaz de decir algo, no aspira a decirlo todo. Nadie, por principio de Arquímedes, puede desplazar más de lo que vale; échale un vistazo a los currículums, a la vida y milagros de quienes crean opinión, dan ganas de escapar. 
Ama al gitano, al refugiado, al diferente; odia el nepotismo de los partidos, compadece a los militantes, castiga a los políticos con el látigo del voto y entiérralos vivos en las urnas. No subestimes la imbecilidad. Sé el ciento volando, no el pájaro en mano.
 No se creó el mundo en siete días, no tenemos culpa del pecado original, no son vírgenes todas las que tienen himen, no es blanco el caballo blanco de Santiago, no es ciega la justicia, ni secreta la policía, ni sordo el rumor de la marea reivindicativa, ni mesías el cantamañanas que la lidera.   Créeme: todos los humanos son unos mentirosos. Yo soy humano.

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