Opinión

Riau-riau

Galicia. Verano. Fiestas patronales. El Generalísimo y la Santa madre Iglesia, velando por el orden público y las almas. Hambrientos de contacto carnal, los mozos merodeábamos como zorros frente a un gallinero a la caza y captura de desprecios. ‘¿Fulano, qué?, ¿bailas moito?’, nos preguntábamos. ‘Non, que va, so ando ás varillas’, nos respondíamos. ‘Comerse una rosca’ significaba comprarla en un tenderete: las mozas eran inhumanas, inclementes,  inconmovibles, intransigentes, implacables, imposibles… Perfectas.  
Hoy, jubileta a mi pesar, donde lanzan un foguete allí me planto. Ya no ando a las varillas, ando a mi puta bola; y como la gastronomía es el sexo de los seniors, me doy el lote sin tregua. Esta semana anduve por Pamplona. Fui a chequear los preparativos de San Fermín. Los corrales. La hornacina. El recorrido del encierro: cuesta de Santo Domingo, plaza del consistorio, Mercaderes, la curva de Estafeta y el embudo de la muerte. Menudas hostias que se meten, sin chicane, toros y bestias. Supe, para que no resbalen astados y trota kaleas, que le aplican al empedrado un anti deslizante que permite un mayor agarre de pezuñas en general; y que eso baja entre 20 y 40 segundos la duración de la carrera. La fórmula 1 foral. Cánticos, periódicos, chupinazos, Riau- Riau, cuernos y adrenalina. Teléfono especial al servicio de los más iconoclastas para prevenir consumos excesivos de alcohol y drogas –algo así como tapar el sol con un dedo-; reparto por parte de la policía nacional de pulseras identificativas para los menores, por si se pierden en medio de la marabunta; y más de 400 periodistas de 12 países acreditados para dar testimonio de empitonamientos, esguinces, fracturas, cornadas y tripas desparramadas… Y a mí, la DGT me exige una chichonera para poder andar en bicicleta.
Luego me di un baño de apretujones: peñas de vinoflautas, opusinos desmadrados, feas, feos, beodos, beodas, piercings, tattoos, brutolaris en general; forasteros de la Hispania absolutista; extranjeros del Tío Sam, siguiendo la senda de Hemingway y los rastros de los vómitos; carteles reivindicativos de una III República; consignas aberzales en el idioma de Sabino Arana; ofertas en inglés y en español de alquileres de balcones. Lo normal.          
No me quedé al chupinazo. Me vine, a ver cómo organizaban las fiestas de Apóstol Santiago mis paisanos. Y es que lo más bonito, incluso antes que la conjugación de almas y cuerpos, antes que la celebración del vino y porros, antes que el declinar del verbo eterno, son siempre los preparativos ¡Quen fora mozo, ay, aínda que fora tolo!... Ou secesionista.
 

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