Opinión

Otra bosta como un queso de bola

Hace años, metiendo tuberías de cemento con un helicóptero en los barrancos de La Gomera, como había que trasladar por mar el keroseno y aquello no terminaba nunca, me puse hecho un basilisco: ‘Venga coño, moveos, que no se diga que estáis aplatanados’. Estaba hasta los cojones de aquellas islas. Y de aquellos zánganos. El aeropuerto de Los Rodeos, siempre cubierto de niebla, me impedía ir a repostar con la tranquilidad de poder entrar. O después salir. En el de Tenerife Sur, atiborrado de charters, tardaban un sinfín en atenderme. Estaba tan quemado que hasta me parecía un dispendio utilizar un helicóptero para realizar aquel trabajo: “En la Península solo se usan los helicópteros para efectuar rescates, o para apagar incendios –mentí- aquí os consienten todo lo que pidáis por esos silbos”. “Cállate gallego, que nosotros también pagamos impuestos y aquí no tenemos ni siquiera AVE”, me espetó un aborigen... ¡Joder con el ‘mullayo’!, pensé para mis adentros.
Lo mío había sido un calentón, huelga decirlo. A La Gomera destinaban antiguamente a los militares y funcionarios díscolos; y yo, aunque contento por volar, de alguna forma me sentía desterrado. Al final hice más de cien horas de vuelo, pero sobre todo decenas de amigos. Estando allí me contaron lo que no sé si será leyenda urbana: El experto alemán que envió Lufthansa -que fue la primera línea aérea en promover la construcción de un aeropuerto, para unir Tenerife con Berlín vía Sevilla- señaló con una cruz en el mapa, el lugar de la Isla donde ‘no’ debería emplazarse bajo ningún pretexto un aeropuerto. Los técnicos del Cabildo lo interpretaron al revés. Y allí lo ubicaron. En Los Rodeos.
 Viene esto al caso por lo siguiente… No quiero ni pensar en el derroche que se estará produciendo con la construcción del AVE, si –como revela El País- solo en la ampliación del puerto de El Musel (Gijón), el Tribunal de Cuentas ha detectado sobrecostes millonarios y numerosas infracciones en albaranes y en tiques relativos a 400 días de inspección. ACS, FCC, SATO, FPS, Alvargonzáles Contratas y la UTE que los parió, todos chupando del desmesurado sobrecoste, y callados como putas. Y viene a cuento también porque en Langosteira, A Coruña, tras una década de obras y 1.000 millones en espigones, hay una actividad portuaria menor que la que tiene el embarcadero de Barra de Miño. Los expertos habían cuestionado siempre la ubicación de esta terminal marítima, que Aznar prometió tras el calentón del ‘Prestige’ (Aznar con sus calentones nos metió en una guerra, hizo que nos volaran la estación de Atocha y ahora imparte –y cobra- conferencias con el dolor de las víctimas. Se cortó el bigote; había que rebanarle las pelotas)…  A lo que íbamos, el dique de Langosteira está en el único sitio de la costa española donde a nadie se le ocurriría enganchar ni una boya... Otra bosta como un queso de bola.

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