Opinión

No oler, no ver, no oír

Si el desaparecido Indro Montanelli, conspicuo editorialista del Correo de la Sera y Premio Príncipe de Asturias, ya invitaba a los italianos a votar tapándose la nariz, yo, no a la zaga -qué más quisiera- pero emulando su consejo, recomendaría a los españoles que se taparan además los ojos, la boca y las orejas. Así, amén de evitar el hedor de tanta podredumbre consolidada, no verían el abismo al que les aboca esta panda de advenedizos kamikazes, reprimirían el grito de espanto y la emesis refleja que induce su cinismo, y evitarían el tener que oír esa sarta de sandeces que hacen instructivos los programas televisivos. Algo así como votar como los monos -que es como nos consideran a nosotros los políticos-, pero al menos como los monos sabios: no ver, no oír, no decir. Y para mayor profilaxis votar también con un bozal: para no darle una dentellada a alguno de esos gilipollas que merodean por las mesas electorales haciendo gala de sus colores partidistas (de sus ideas es una entelequia) y evitar contagiarse de su estulticia. Forofos insensatos. Prefiero mil veces la Roja. 
 ‘Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro’, decía Diógenes, aquel que vivía metido dentro de un barril y se pasaba los días buscando a un hombre honesto. Yo, cuanto más veo salir a estos cantamañanas por la tele, más aprecio la lectura, y más me sorprendo viendo a Bob Esponja. Y antes me voy a la cama, por supuesto; es la única contribución de estos politicastros de mierda a este país sin gobierno y en eterna asco-campaña electoral: el fomentar la lectura, el ahorro de energía y la natalidad; que un kiki se puede echar sin luz perfectamente. Hasta me siento tifosi de la selección española de fútbol –manque pierda- y soy capaz de calarme todos los partidos de la Eurocopa con tal de no ver a esta casta nefasta de políticos desbardallando acerca de sorpassos, zarpazos y pollardazos. Náuseas me dan. 
 Qué lástima, ay, otra vez España y sus dos medias naranjas enfrentadas. Lo que la piel de toro ha unido lo separará la espada de la insensatez. La des-unión hará la fuerza (nueva): vendrá la extrema derecha y surgirá un nuevo líder igual de sospechoso ¡Y si vuelve Franco arrasa! No lo digo solo porque gana de goleada –y no la Roja, que va de farol buscando la victoria, como buscaba Diógenes un hombre honrado- sino porque no dejará títere con cabeza. Joder, joder, joder… tengo que tener cuidado con lo que deseo, porque se puede cumplir… Votad -tapándoos lo que sea, o en pelotas-, no hagáis lo que yo hago; que a mí, como a Diógenes, me basta con que no me tapen el sol. Aunque venga un Alejandro Magno. 
 

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