Opinión

Finit coronat opus

Donde haya una buena corrida que se quite el “fúrgor”, que diría Ángel María Villar, y, por supuesto, los toros. Pero no. Incluso a las féminas les gusta cada vez más perder las tardes de los domingos en los estadios (antes sus maridos las dejaban encerradas en casa y los amantes de la libertad practicábamos el escalo para expugnar su virtud) y también los toros desbocados (basta verlas como “libertades guiando al pueblo”, con las tetas al aire en los Sanfermines): quieras que no, esto va en detrimento de las corridas. 


 El fútbol de hoy, el de las FIFAS, RFDF y compañías anónimas, ese deporte con “d” de despilfarro, desdoro, dineral, disputas y despotismo ilustrado es un negocio puro y duro. Ilegal, a lo que se ve, a poco que la UC0 –qué poco cucos han sido hasta ahora- meta la cabeza en los despachos, que es donde se dirimen los chanchullos. 


 Comisiones ilegales, falsificación de documentos, apropiación indebida, blanqueo de capitales, administración desleal, amaño de resultados, reventa de entradas, corruptelas de todo tipo…; dado que los aficionados arrojan ya toda su bilis en los campos, en el fútbol, lo único que se puede encontrar todavía un poco decente son los wáteres. 


 El fútbol al que yo jugaba de chaval, con porterías de piedra y balón agujereado ya no existe. Hoy los padres mal forman a sus hijos en la aberrante querencia de hacerlos multimillonarios. Y van con ellos al campo no a verlos disfrutar, sino a insultar al adversario, al árbitro y a dios bendito. La agresividad verbal y expresiva que se observa en las gradas, alcanza el culmen entre padres y madres en los partidos infantiles. Perverso intento, en todo caso, el querer realizarse a través de los vástagos, porque al margen de que CR7 “já é o primeiro, o segundo e o terceiro futebolista melhor do mundo”, según dicen los portugueses, y de que a muy pocos les es dable vivir a base de dar coces, no hay que empeñarse en preparar el camino para los hijos, sino a los hijos para el camino. 


 El fútbol es un negocio, huelga ocultarlo, como el de la publicidad, el de las firmas deportivas, el de las apuestas, el del merchandising y el de las retrasmisiones televisivas. Y, ya que empecé hablando de corridas, ¡cómo jode!, que se lo metan a uno hasta en la sopa como si fuera un deporte. No podemos escaquearnos a su ubicuidad, a su presencia omnímoda en los programas de radio, periódicos, revistas y telediarios –en contadas ocasiones a su embrujo-, pero al menos, que sea un negocio lícito. 


 Han pillado a J. M. Villar, fueron a por él; antes a Sandro Rosell, expresidente del Barça, “més que un club”; y a los que te rondaré morena como la UCO tenga instrucciones de destapar esta podredumbre. Ahora que, aquí si apuesto doble contra sencillo, el día que echen a los capos mafiosos –basta ver lo que pasó con el ciclismo cuando echaron a los del doping- el fútbol se va a tomar por culo. Finit coronat opus. 

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