Opinión

El legado del Chavismo

En el Estado de Florida tiras una pedrada y es muy probable que le des a un hispano; pero en el municipio de Doral, al lado del aeropuerto de Miami, le das seguro a un venezolano; es la primera ciudad estadounidense en la que la primera mayoría de la población es hermana de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol. Incluso su anterior alcalde, Luigi Boria, nació en Caracas. 
 Ayer, un tanto intimidado por el glamour del donwtown –y por la gilipollez de tener que pagar en “Nusr-Et Steakhouse” 25 dólares por una ensalada, 120 por un chuletón y 97 por una botella de Rioja, más el “tax”, más la “tip” (la propina aquí es sí o sí un 18% del sablazo)-, me fui al Versalles venezolano, “El Arepazo”: pabellón criollo, arepa de queso guayanés, cerveza “friita” y un cafecito guayoyo que me supo a gloria. Me sobraron 20 dólares. Pero me faltó el resuello: leí que la inflación en la nación que libertó Simón Bolívar, la que ahora gobierna Nicolás Maduro, el mentecato al que le hablan los pajaritos, fue del 2.600 %. Es decir, el dinero allí vale menos que el papel del periódico que estaba yo leyendo.
 Resulta que en el país con mayor reserva de petróleo del mundo, el tercer productor de la OPEP, que tenía que tener un PIB similar al de los emiratos árabes, ni siquiera hay gasolina. Le conceden un máximo de 30 litros a la semana a los vehículos tipo sedán, 35 litros a las camionetas y 5 litros a las motos; y el ministro del ramo aún tiene la desfachatez de decir que esa medida es para evitar la reventa de combustible. El pueblo está hambriento, y para que no consuma energías, ahora está también paralizado.
 Tampoco hay electricidad. Y no porque el hambre a oscuras sea más llevadera. La realidad es que los apoyos de las líneas eléctricas se caen de pura corrosión –que tanto se parece a corrupción-. Este es el legado del chavismo y su revolución bolivariana: aniquilación de la industria petrolera, emigración masiva de los ciudadanos, destrucción de la moneda, escasez y crisis de energía. 
 Zulia, Miranda, Guárico, Sucre, Carabobo, Nueva Esparta… y todos los estados venezolanos tienen que lanzarse ya a ocupar las calles para derrocar a quienes los sumieron en la más humillante de las pobrezas: la falta de comida. 
 “Amo, lloro, canto, sueño, con claveles de pasión”, que dice el popular joropo “Alma llanera” no puede ser un lamento eterno; ojalá pronto revierta y Venezuela vuelva a ser una pequeña Venecia, un paraíso con nombre de mujer, un bravo pueblo.

Te puede interesar