Opinión

La apuesta de Sánchez

Pedro Sánchez quiere que del próximo congreso salga un PSOE a su medida. Un PSOE donde el líder se entienda directamente con las bases, donde se difuminen, en realidad desaparezcan los contrapoderes. A eso los partidarios de Sánchez le llaman "refundación" pero en realidad es un cambio de modelo de este partido centenario.
Hace tiempo que dejé de creer que Pedro Sánchez era un político providencial para el PSOE. En realidad sus actuaciones políticas me han llevado a creer todo lo contrario y así lo vengo escribiendo.
La única duda que tengo respecto a mi posición es cuando veo a Margarita Robles apoyarle sin reservas.
Tengo un gran respeto por ella, sé que es una persona íntegra, honrada, cabal, y desde luego inteligente, y por todo esto me desconcierta que le apoye sin fisuras.
Pero en fin, no siempre se entiende a las personas a las que se tiene por las mejores.
Hago este preámbulo porque estos días, desde que Pedro Sánchez ganó las primarias, no dejo de observar y escuchar cuanto hace y dice. Intento vislumbrar qué camino va a tomar, si va a seguir improvisando en función de las circunstancias y cuanto es capaz de sacrificar, con tal de culminar sus ambiciones.
Por lo pronto se sabe que no quiere correr riesgos y por tanto su futura ejecutiva estará formada por sus más leales seguidores, y por tanto no distribuirá cargos en función de la representación territorial.. Es decir gobernará el PSOE de manera que pueda evitar que a alguien en el futuro se le pueda ocurrir intentar volver a descabalgarle del cargo. Claro que para cubrir las apariencias le ha ofrecido a Patxi López que forme parte de su ejecutiva.
Sánchez se consideró en su día traicionado por López y se pueden imaginar que sus sentimientos hacia él no son precisamente fraternales, pero ahora le ofrece volver a la ejecutiva en un gesto de reconciliación de cara a la galería.
Otro de sus golpes de efecto ha sido decir que se siente cerca de los votantes de Podemos y los que le apoyan explican que lo que pretende es reconquistar el voto perdido, a los votantes que abandonaron el PSOE para votar a Podemos. Y no solo eso, sigue proclamando a los cuatro vientos que el PSOE con él volverá a ser de izquierdas. A mi me resulta curiosa esta afirmación. O sea que cuando Sánchez de afilió al PSOE ¿lo hizo a un partido que no era de izquierdas? Entonces ¿por qué se afilio?.
Decir que el PSOE ya no es de izquierdas es dar una puñalada trapera a su propio partido, a los miles de militantes que durante años han representado estas siglas. En realidad Sánchez ha hecho suyo el discurso de Pablo Iglesias y de los lideres de Podemos machacando el mensaje de que el PSOE es parte del "establismen". Podemos acusa al PSOE de no ser de izquierdas y Pedro Sánchez les da la razón.
Pedro Sánchez se ha ido construyendo una imagen de izquierdista, lo cual es para nota porque según cuentan sus propios compañeros, quienes le trataron y trabajaron con él en el pasado, aseguran que si por algo destacaba era por ser muy bien mandado de los jefes de entonces y por estar en el sector más liberal del PSOE.
Hay mucha impostura en su manera de denostar el pasado de su partido, en denostar por tanto los años de gobierno socialista, y a los dirigentes que estuvieron en primera línea.
Es como si todo lo anterior estuviera contaminado. Por eso sigo preguntando que si tanto le asqueaba el PSOE y tan de derechas lo encontraba por qué se hizo militante.
Sin duda es un acierto reclamar la vuelta a casa a esos votantes que en su día fueron socialistas y ahora están con la formación morada, peor para eso no hace falta echar tierra a su propio partido. En todo caso si a esos votantes perdidos les dice que su política pasa por pactar con Podemos les perderá definitivamente porque si se trata de que gobiernen juntos no les hace falta hacer ningún viaje de vuelta. Y si hace una política demasiado histriónica seguramente recuperara parte de esos votantes desencantados pero perderá a los más centrados. O sea que no lo tiene fácil. Bueno, ni el PSOE.
Será interesante observar si Pedro Sánchez ha aprendido algo en estos meses de travesía en el desierto. Porque una cosa es ganar en el terreno de juego de los militantes y solo por un gol de diferencia, y otra que realmente haya interiorizado los errores cometidos y sea capaz de enmendarse a sí mismo.

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