Opinión

Lo que viene de bruselas

En un mes habrá de nuevo elecciones, europeas, y probablemente como ha ocurrido en todas las anteriores ni se hablará de Europa ni la participación pasará del cuarenta por ciento. También es muy posible que haya candidaturas sorpresas que logren entrar en la Eurocámara, como también pasó otras veces con los escaños ganados por Ruiz-Mateos o Gil, por poner ejemplos de listas "frikis". No es un fenómeno español, gallego o vigués, sino de todo el continente. Tal es el grado de interés que parece despertar el primer intento serio de unificación política del continente por vías democráticas.
Europa, la UE, es un hecho real que a menudo suena lejano, misterioso, cubierto por las brumas de Bruselas, como si nada tuviera que ver más allá del formalismo de cumbres, declaraciones y consejos, con el Parlamento cuyas funciones resultan un misterio. Incluso su emplazamiento. Pero ahí se cuece casi todo. Hace unos días, un alto euro-funcionario pasó por Viana do Castelo en un foro montado por el Eixo Atlántico y dejó claro que Vigo no tendría ninguna posibilidad de que su puerto fuera nodal porque la decisión ya había sido tomada por el Gobierno español y no había a 15 años vista ninguna reapertura del proceso. No es el responsable último de tomar semejante acuerdo, pero sabe de lo que habla porque vive en los pasillos de la capital comunitaria y conoce sus dinámicas como los marinos las corrientes. Es lo que hay y todo lo que se diga en otro sentido es irreal. La UE manda a través de las decisiones políticas y sus propias leyes. No obstante, se trata de una organización democrática  y el papel de los ciudadanos cuenta. Véase en Vigo. La UE  ordenó construir la nueva depuradora tras una denuncia de un grupo de moañeses. El proceso se inició por unos vecinos que se quejaron ante la Comisión de que las aguas de la Ría de Vigo estaban en malas condiciones. Algún tiempo después, el tribunal europeo dictaminó que merecía una multa y la Comisión que el mar de Vigo no reunía condiciones para el cultivo de mariscos  y que las autoridades tendrían que asumir una sanción brutal si no construían una depuradora mejor. Finalmente, se acordó gastar 230 millones de euros en construir una estación en el Lagares con capacidad suficiente para atender 400.000 personas.  

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