Opinión

Todo es igual, nada lo mismo

Hace 30 años, cuando Atlántico salió a la calle, Vigo ya era lo que es hoy: consistorio y puerto estaban donde ahora, el Celta jugaba en Primera en Balaídos y a su lado se montaban coches en la cadena de Citroen. ¿Nada ha cambiado? Al contrario. Casi todo. Podríamos decir que es todo igual, pero nada lo mismo. El Vigo de 1987 tenía unos 30.000 habitantes menos, así que en este plazo la Muy Leal ha ganado mil al año, aunque no ha sido así en absoluto: los años ochenta todavía arrastraban el empuje de las dos décadas anteriores y con la llegada del siglo XXI comenzó a bajar el ritmo hasta detenerse por completo. El Celta estaba en Primera, pero era una agrupación deportiva y no una sociedad anónima con un propietario y con un presupuesto que multiplica por 100 el de aquellos años, donde un fichaje estrella no pasaría de un millón de pesetas. Aunque la factoría de automóviles está en Balaídos, la propiedad ha pasado a PSA, que recientemente ha incorporado a Opel. En cuanto al puerto, el de 1987 todavía no había comenzado su proyección como terminal internacional de contenedores y centraba sus esfuerzos con infraestructuras muy inferiores: no existían ni las terminales de Guixar ni las de Bouzas, mucho menos Areal, en un mundo donde los portacontenedores y cruceros de 300 metros eran inimaginables.
Vigo también ha conseguido normalizar su situación, aunque no del todo: ya cuenta con todos los servicios de una capital e incluso una demarcación propia en Galicia, independiente de Pontevedra. La ciudad ha mejorado. Lo mejor, quizá en 30 años. Continuará...

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