Opinión

De un sistema parlamentario a otro presidencialista

Si finalmente se aprueba la reforma de la ley electoral municipal -está por ver que lo haga un partido en solitario incluso con mayoría suficiente- se daría un salto constitucional al pasar de un sistema parlamentario a otro presidencialista. Ahora –igual que al presidente del Gobierno o los autonómicos- los ciudadanos eligen representantes –diputados o concejales- que a su vez votan a un candidato. Tiene sus ventajas -comenzando por su coherencia en la elección en los tres niveles- pero hace agua en los ayuntamientos: a menudo acaba siendo alcalde hasta el que menos votos logró de toda la Corporación, lo que –sinceramente- carece de todo sentido. Ahora se propone un cambio radical: los ciudadanos elegirán al alcalde directamente como la lista más votada, aunque con un par de condiciones que atenúan dicho principio: habría que conseguir mayoría absoluta –como ahora- o al menos más del 40 por ciento de los votos y en último caso habría una segunda vuelta entre los más votados. Sería una suerte de combinación del actual sistema con el francés –doble vuelta siempre que no haya mayoría absoluta- y el portugués –lista más votada- que no tiene por qué beneficiar al PP. Desde luego no lo haría en Cataluña o País Vasco, desde luego. En el caso de Vigo, el PP habría logrado hace tres años la Alcaldía al cumplir la regla de superar el 40 por ciento.
Portugal acaba de implantar una norma incluso más dura: el que gana, aunque sea por un voto, alcalde. Y ha funcionado. ¿Por qué no en España? El sistema municipal necesita una reforma completa tras 35 años de funcionamiento. En realidad, cada vez tienen más poder los alcaldes tras quitárselo a los plenos con la idea de que el regidor pueda tener manos libres para gestionar. Así nació la cuestión de confianza y ahora una nueva ley que permite aprobar las cuentas por la junta de gobierno. ¿Cuál es el papel del pleno? Casi ninguna salvo la elección del alcalde. Y para eso, mejor los ciudadanos. Por tanto, ya que los ayuntamientos han ido derivando hacia el presidencialismo, es la hora de hacerlo oficial. Y los partidos, tendrán que ponerse de acuerdo en coaliciones preelectorales. Hay dos puntos en contra: las minorías salen perjudicadas y el precedente de aprobar una ley electoral en solitario...

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