Opinión

El puerto de la deuda millonaria

El puerto exterior de A Coruña se presupuestó en unos 250 millones de euros. Ya van 600 millones y lo que falta. Ayer mismo se puso en marcha la construcción de otro contradique para tratar de hacer viable el atraque de grandes petroleros, que será su función y ninguna otra ante la imposibilidad de que puedan amarrar portacontenedores y mucho menos cruceros. Todavía tendrá que habilitarse una conexión ferroviaria. La factura sube y sube y seguramente acabará acercándose a los mil millones de euros. De ellos, buena parte se han financiado con fondos europeos. Otra, gracias a  la capacidad de la Autoridad Portuaria coruñesa para endeudarse durante décadas. Y ahí está la clave. Según los cálculos que hizo el presidente de Puertos del Estado, la deuda total de los puertos españoles por obras estaría en unos 3.000 millones de euros. Vigo se encuentra a cero y eso que acaba de finalizar la ampliación de su  terminal de Areal con 50 millones, de los que la mitad vinieron de la UE. El puerto de A Coruña, como el de Gijón, se encuentran al borde de la banca rota, arrastrando facturas que obligarán a mantener altas tasas, lo que a su vez redundará en los tráficos. 
Todo ello confirma que la construcción de Punta Langosteira no tenía sentido más que desde un punto de vista absolutamente local,  sin duda como una operación de transformación de la capital herculina -su puerto ya no tenía apenas espacio- que comandó Paco Vázquez consiguiendo el apoyo de todos. Pero la fiesta tardará años en pagarse. 
Desde Vigo hay que observar lo ocurrido -y lo que vendrá, quizá otros dos o tres años antes de finalizar los trabajos- sin envidia: no hace ninguna falta tener un aeropuerto sin aviones ni muelles sin barcos. Y no hay que olvidar que la Muy Leal se empeñó en dispararse en su propio pie mediante una eficaz y continuada campaña de autodestrucción dirigida desde una redacción que todavía está por explicar y que incluía como alternativas un fantasioso puerto exterior en Santa María de Oia de millones de euros. Bastante castigo ha supuesto: 12 años de espera.

PD. Rosalía de Castro, A Seara, Beiramar, Barrio do Cura y un largo etcétera ejemplarizan el fiasco del urbanismo vigués.

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