Opinión

De pontevedra a vigo

Pontevedra es una hermosa ciudad y sus habitantes se muestran felices de residir en ella. Más bien diría en su interior, porque para los ajenos, la Boa Vila cada vez más parece una especie de fortaleza a la que sólo le falta poner una guarnición en un puente levadizo frente al Lérez. El resultado práctico ha sido que mientras los pontevedreses están cada vez más contentos con El Figura que está al frente del consistorio, su ciudad ha caído en una irrelevancia absoluta en Galicia. Está pero no está. De hecho, si suena algo es sólo porque el territorio de las Rías Baixas se denomina oficialmente provincia de Pontevedra (algún día habrá que arreglarlo). Era como se decía antaño de Poncio Pilatos y su aparición casual en el Credo. Ciertamente Pontevedra tiene encanto y da gusto pasear por sus calles, pero también es un auténtico muermo, su actividad empresarial e industrial se ha reducido a casi nada y pronto será nada si Ence desaparece. Del puerto mejor ni hablar: hasta la sede del consejo de administración se ha mudado a Marín. Pontevedra, que fue villa marinera, ya no tiene apenas contacto con la Ría a la que también da nombre, ni siquiera playas. Y los pontevedreses, encantados. Curioso.
Y no es el único: Xavier Vence, portavoz del BNG y candidato a alcalde de Avión, también está encantado. El BNG gobierna Pontevedra y parece que lo seguirá haciendo, pero los votos no son del nacionalismo sino de exclusiva propiedad del titular del ayuntamiento: en las generales y autonómicas el Bloque es tercera fuerza y bajando. No se entiende la alegría de Vence. Salvo que ya estemos pensando en una alianza en la Diputación, donde hay un montón de cargos a repartir.  Pontevedra ha tomado un camino, el espléndido aislamiento del que hacía gala la Britania victoriana. Vigo responde a características muy distintas. Industria, universidad, comercio, mar e incluso turismo (el desarrollo ordenado de Canido es otra oportunidad). Pero el peligro del "síndrome pontevedrés" existe. Continuará...

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