Opinión

Ni autovía ni a Porriño

La autovía A-55 Vigo-Porriño es en sí mismo una mentira. No puede ser una autovía y ni siquiera se trata de una carretera hasta Porriño. Es, tendría que haber sido, el primer tramo de la auténtica autovía hasta Madrid, la espectacular A-52, que muere sin embargo en Porriño por varias razones, algunas de ellas esperpénticas, y donde una cierta desidia dejó como resultado un embudo en la confluencia de ambas vías. 
Como resulta bien conocido, la autovía, que no tuvo nombre hasta hace bien reciente, no era más que una mala carretera que fue desdoblada para aligerar algo el tráfico de entrada a la Muy Leal, operación que se desarrolló siendo secretario de Infraestructuras el luego presidente de la Xunta, Emilio  Pérez Touriño, quien cortó varias cintas de inauguración y luego abominó de la criatura.
La A-55 no tiene arreglo y eso lo saben los dos anteriores ministros de Fomento, Blanco y Pastor, que incluso la padecieron como usuarios, y los actuales responsables del departamento. También resulta bien conocido en la Dirección de Tráfico, que al menos logro reducir la mortandad casi a cero, no así los accidentes, a base de radares, limitaciones y controles. Y de miles de multas.
Y lo sabe la Xunta, que ha pedido que el plan de inversiones extrapresupuestario del Estado dedique 170 millones de forma preferente a su reforma, que no es sino la construcción de otra autovía desde el Meixoeiro hasta Mos pasando por un túnel. El anteproyecto está realizado y ya conocer las condiciones de la obra. Sólo falta decir “sí”. 
Vigo tiene reclamaciones encima de la mesa, algunas muy justas, otras urgentes.  La nueva autovía es una petición justa y urgente. Continuará...

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