Opinión

Las tres "P" para Vigo y su maldición

En la historia de Vigo destacan tres arquitectos que pudieron haber construido esta ciudad, las tres “P”, unidos bajo el doble signo de la esperanza y la frustración. 
El Vigo de principios del siglo XX tendría que haber sido obra de Antonio Palacios, autor del plan de urbanismo más revolucionario quizá de España, destinado a convertir la Muy Leal en la Barcelona del Atlántico, con enormes avenidas y manzanas cuadriculadas. Fracasó por muchos motivos, entre ellos no el menor la inquina de sus compañeros de profesión. El inicio de la Guerra Civil supuso su liquidación vía tribunales. Sin embargo Palacios dejó huella: el teatro García Barbón, la banca Viñas Aranda y el monasterio de las Salesas, diseños inacabados pero con su impronta. 
A finales del siglo XX habría apostado por César Portela como el arquitecto que daría otro perfil a Vigo. En cuestión de una década recibió encargos para algunas de los grandes actuaciones públicas y ahí están el Museo del Mar, en colaboración con Aldo Rossi; el Verbum, el Auditorio de Beiramar, la ampliación de Peinador y la reforma del Fraga. Lamentablemente, Portela -y Vigo- no ha tenido suerte: el museo está a medio gas; el Verbum, prácticamente cerrado; el Auditorio, en quiebra y el Fraga cerrado y sin terminar. Peinador al menos ha remontado.
La última “P” es para Alfonso Penela, protagonista indiscutible del primer tercio del siglo XXI: hoy mismo dos de sus proyectos están en marcha, la sede del Celta, por reforma del Mercantil, y la conversión del Xeral en la Ciudad de la Justicia. Antes intervino en la plaza de la Constitución, con el centro de salud del Casco Vello, y en el Campus, donde buena parte de las facultades llevan su firma. Pero no ha estado exento de la maldición: su principal proyecto, el Barrio do Cura, se frustró. Justo la obra clave, la que como el plan Palacios habría cambiado esta ciudad. Continuará...

Te puede interesar