Opinión

la paradoja portuaria

El Puerto de Vigo ha comenzado a recuperar su posición y con los datos de septiembre abandona la respiración asistida en la que se encontraba desde hace muchos meses. Probablemente desde marzo o abril de 2016, cuando todo comenzó a a torcerse. Primero con la huida de Maersk a Marín, que supuso miles de toneladas y una cierta depresión. Luego, tormenta perfecta, con el PIF -el punto de control de  entrada de mercancías- convertido en el enemigo número 1 de los usuarios y aliado de Leixoes, y la estiba en estado de efervescencia, con una huelga que afectó tanto o más por los avisos luego anulados como por los paros. Miles de toneladas emigraron a otros puertos y suerte hubo en que la naviera Hapag decidió regresar después de dos meses sin tocar Guixar. Quizá sea, como decía ayer López Veiga, la mejor prueba de que el puerto vigués puede con todo y que el día que resuelva los problemas con PIF y estiba regresará Maersk -que nunca se ha ido del todo, prueba de que no lo ve claro en Marín- y se podrá recuperar tráfico de congelado que ahora alimenta las estadísticas de Leixoes, en Oporto.
Que el Puerto se recupere y retome el camino positivo supone para Vigo la mejora de uno de sus pilares fundamentales y termómetro de su salud económica. Otro, el urbanismo, parece sentar las bases para su resurrección. Continuará...
PD. Coincidiendo con la recuperación del Puerto llegó a su punto álgido el desastre catalán, que afectará a todos. También ha sido la culminación de una serie de actos previsibles desde que los más brutos anunciaron que iniciaban el camino de la independencia unilateral e ilegal. No han parado. ¿Era inevitable el bochorno de ayer? ¿No se pudo haber detenido antes? Cuesta trabajo creer que la inacción del Gobierno fuera la única medida posible. Ayer, medio centenar de vigueses respaldaron la catástrofe con una concentración. Nadie sabe qué celebraban. 

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