Opinión

Difícil hacerlo peor

El PP "destapó" ayer a Elena Muñoz como candidata. Ninguna sorpresa. Era la que venía sonando desde hacía un año. Su perfil es el de una persona técnica que no ha hecho política y tiene todo por aprender, comenzando por la ciudad donde vive. Y al revés: a la Muy Leal le queda saber quién es y qué piensa la persona que el primer partido en la ciudad en votos ha colocado al frente para las elecciones municipales.
A Chema Figueroa le tocó el papelón de contar ante los medios una enorme milonga: que había sido el PP vigués el que había decidido colocar a la hasta ahora conselleira de Facenda y que fue el pasado verano cuando se fraguó el acuerdo con Feijóo y Rafael Louzán. Nada de ello es verdad, o apenas una parte: lo cierto es que Figueroa trató legítimamente hasta el final ser el candidato, y la dirección del PP gallego mantuvo que no entraba en lo que buscaba para el cartel: una mujer joven y con cualificación profesional. En este tipo había al menos tres posibilidades, la propia Muñoz, Lucía Molares, que ahora está en Madrid en un alto cargo del Ministerio de Fomento, y quizá en último extremo la concejala Teresa Egerique, que forma parte de la dirección gallega. El PP observó que no hay ninguna mujer entre sus aspirantes a las ciudades gallegas y tampoco en Vigo, donde los hombres copan los primeros puestos de todas las listas. Todo cuenta.
Y además, o sobre todo, la dirección popular nunca vio a Chema Figueroa como una posibilidad real, sobre todo tras los resultados obtenidos y el pacto municipal de los presupuestos con el PSOE, que nadie ha entendido. Eso lo sabía Feijóo, lo sabía Louzán y también Figueroa. Y aquí llega la pregunta: ¿Por qué el PP para llegar al resultado previsible y previsto ha tardado un año, mosqueando a sus militantes, concejales y simpatizantes y perdiendo el tiempo frente a la competencia, que no ha parado en su campaña? La respuesta no está escrita pero parece evidente: es difícil hacerlo peor. 

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