Opinión

El casco antiguo de una ciudad moderna

El único organismo participado por el ayuntamiento y la Xunta, el Consorcio Casco Vello Vigo (CCVV), trabaja muy bien, con criterio y objetivos claros y desde luego presupuesto suficiente: sus excelentes resultados están a la vista. Lo que debería servir para tomar nota: la colaboración institucional funciona y los ciudadanos son (somos) los beneficiados de que haya más acuerdos que bronca en la acción política, como bien sabía Paco Vázquez, que así colocó a Coruña en el mapa de museos y en el europeo de puertos incluso con proyectos cuya viabilidad nunca estuvo contrastada. 
Pero vamos a Vigo: el CCVV ha obrado ya buena parte del milagro, como resulta visible: la parte baja del barrio histórico, que siempre estuvo en mejores condiciones porque al menos tenía unos miles de habitantes, ha vuelto a sus orígenes como "calle de los vinos", pero en versión mejorada. Ya es un punto turístico consolidado, en parte también por la instalación de la pasarela con A Laxe, que ha sido un éxito absoluto como puente de acceso desde la Estación Marítima. A consecuencia, se han instalado nuevos negocios, el Registro Propiedad y el Mercantil, o la asociación de constructores. De colofón, la Universidad de Vigo ha decidido ampliar su presencia en el centro urbano con la adquisición de edificios en la plaza del Berbés: de un golpe, se reforman los soportales, cuya ruina resulta insoportable para la Muy Leal, y la institución baja desde el monte. 
En cuanto a la zona alta, que durante años sirvió para transmitir la peor imagen de Vigo en programas de televisión -lamentablemente realista, era lo que había- ya resulta visible su salida del infierno, aunque todavía queda recorrido hasta su completa normalización: pero hay un centenar e nuevos residentes, que llamaría "colonos" que tienen la difícil misión de borrar el "barrio rojo" y convertirlo en un lugar para el paseo con un singular toque ecologista lleno de posibilidades. 
Y así Vigo, en definitiva, camina con enorme retraso hacia la normalización: ser una ciudad moderna con un animado casco antiguo, ahora poblado de terrazas y locales, una zona de obligada visita. Lo mas curioso: cuando el mercado de la Piedra ha echado el cierre. 

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