El BNG, como ya se había anunciado, ha decidido encomendarse a Serafín Otero, es decir, al secretario de la CIG. Es decir, a la CIG. No tenía margen para aventuras y va sobre seguro, con un candidato conocido y que cuenta detrás con una potente central sindical capaz de estar en estado de movilización permanente. Otero sabe el terreno que pisa. El BNG, que ha acumulado errores, se juega su propia existencia, amenazada desde su terreno (AGE) y las corrientes populares, con la proliferación de mareas, ganemos y podemos. El BNG quiso amagar con una plataforma propia, pero la jugada era tan cantosa -no había más que echar un vistazo a la foto, donde estaban los de siempre- que se inició y terminó el mismo día... en que ya se supo que UPG había decidido designar a Serafín Otero. Así se filtró a los medios. En concreto a éste, que así lo mantuvo, pese a los inevitables desmentidos de Henrique Viéitez.
En realidad, se podría decir que el BNG ha abdicado de sí mismo para ceder sus siglas a una organización sindical hermana pero no gemela hasta ahora. Es un caso singular, quizá único que tiene que ver con la situación en que se encuentra la fuerza nacionalista, empeñada en un ejercicio asombroso de reducción. La lista presentada ayer tampoco deja lugar a dudas: ni rastro de los concejales históricos, algunos dirigentes vecinales de barrio, el jefe local del BNG y entre los pocos presentes en la asamblea un buen grupo de notables de la CIG.
El relevo es un hecho y del resultado del experimento se sabrá dentro de seis meses. De momento, ya tenemos tres en liza: Caballero,por el PSOE; Otero, por el BNG, y Barros, por Compromiso. Tres ilustres caballeros veteranos.
