José Blanco es un hombre astuto y probablemente el mejor secretario de Organización que ha tenido el PSOE, pieza esencial para conseguir que Zapatero llegara a secretario socialista y a presidente del Gobierno. Blanco luego quiso ser ministro y lo fue de Fomento, nada menos. Ahora es eurodiputado, una especie de balneario de primera categoría, pero no le descartaría para volver a un puesto de salida, si bien algunos trenes ya han pasado, como su aterrizaje tantas veces anunciado en Galicia. Blanco hizo algunas cosas bien, otras no tanto. En Vigo fue el impulsor de la ampliación de Peinador, o al menos de algunas de sus infraestructuras. También lanzó la nueva terminal de ferrocarril mediante la idea de que la ciudad tuviera dos estaciones, algo que su sucesora, Ana Pastor, nunca vio claro, probablemente con razón.
Ayer se reivindicó como el ministro del AVE. Quizá lo sea, pero no en Vigo. Cuando llegó a Fomento lo primero que hizo fue reconocer que las fechas mil veces anunciadas no se iban a cumplir y alargó los plazos. En cuanto a Vigo y el famoso 2012, zanjó el asunto con la aprobación de un proyecto no constructivo para la variante de Cerdedo que no era sino otra forma de parecer que hacía algo. No le culpo pero esa es la realidad. El proyecto lanzado por Blanco no contemplaba poner ni una sola traviesa del AVE de Ourense a Vigo por Cerdedo y si hoy fuera ministro es poco probable que estuviera en obras. Eso en teoría, claro. En cambio resulta constatable que su actuación en Europa se resume en que decidió que el puerto vigués fuera de segunda y el de A Coruña, nodal, de primera.
