Ha habido muchas fechas para la llegada del AVE y 2025 no sorprende. Tampoco tiene que ser la última y quizá no lo sea. Pero debería. Si fuera cierta y apareciera por escrito un compromiso en ejercicios presupuestarios concretos para su construcción, firmaría ahora mismo: en ocho años, listo el enlace entre Vigo y Ourense, 52 kilómetros de variante más los tramos hasta Pontevedra y de Carballiño, a recorrer en 35 minutos: el trayecto completo a Madrid en dos horas y 40 minutos. Mejor que el avión.
Cerdedo duerme en un cajón desde hace años, en teoría en proceso de segunda evaluación ambiental tras realizarse modificaciones en el trazado a su paso por dos sierras protegidas. Es probable que haya luz verde a corto plazo pero esto sólo supondría el comienzo del inicio. A continuación, en el siguiente año, tendría que redactarse el proyecto y adjudicarse la obra. Siguiendo un calendario pleno de optimismo, en 2020 podrían comenzar los trabajos, cuya duración se estima entre tres y cuatro años. En 2024 podría estar terminado y en 2025, en servicio. Ni siquiera con decisión política y presupuesto se podrían acortar mucho los plazos, quizá dos años como máximo. Por tanto, 2025, si fuera verdad, lo compro: para Vigo supondría fijar Cerdedo como una prioridad estratégica para Galicia y para el Gobierno y acabar con la amenaza permanente del recorrido por Santiago, que en la Muy Leal no puede aceptarse bajo ninguna circunstancia. Recientemente el Círculo de Empresarios presentó una propuesta muy interesante para reducir el coste de la operación de 2.100 a 1.300, millones que en cuatro o cinco ejercicios son asumibles para Fomento. Continuará...
