Opinión

vindel en vigo

Vigo ha tenido mucha suerte con Martín Códax (o Martin Codax, sin acentos, como afirman los filólogos) pero no al revés. El tan famoso como desconocido trovador (o trovadora, no hay acuerdo ni sobre su sexo) cuenta en lo que hoy es su ciudad con una calle pequeña y un monumento en un lugar casi clandestino del Castro presidido por los restos de una cafetería convertida en símbolo de okupación. Y poco más. Vigo le debe todo a su ilustre paisano, quien se podría considerar el fundador de hecho de la Muy Leal: antes de él sólo había neblinas romanas y vacío medieval y fueron sus Ondas do Mar de Vigo las que fijaron para la eternidad esta esquina del Finis Terrae en la literatura universal. En la Historia, en definitiva.
Desde hoy los vigueses pueden realizar un homenaje directo a su fundador con la visita a la exposición abierta en el Museo del Mar, frente a la Ría, aunque lejos probablemente del lugar desde el que Codax habría compuesto sus Cantigas de Amigo, que el escritor y expresidente de la Real Academia Galega Méndez Ferrín sitúa a la altura de A Pedra.
El Vindel está de paso por Vigo y quizá sea la oportunidad del resarcimiento definitivo con Martin Codax. Y eso podría pasar por dirigirse al Gobierno para que realice una gestión por si fuera posible la recuperación del ilustre exiliado mediante algún acuerdo con la librería propietaria del original. 
El Pergamino Vindel debería ser para Vigo -para Galicia y para toda España- algo así como el busco de Nefertiti para los egipcios, una escultura que aún se expone en el museo de Berlín pero que se ha convertido en el símbolo de una reclamación incesante por su devolución y vuelta a casa. 

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