Opinión

Ser capital y lo que significa

Vigo ha querido, quiere y  querrá ser capital, y no con un título oficioso del turismo en las Rías Baixas, la pesca o la automoción, sino real, tangible, en el DOG y el BOE. En el siglo XIX lo fue en tres ocasiones, protagonizando uno de los más disparatados episodios de la historia en España cuando un ejército vigués procedió a declarar la guerra a Pontevedra, que ganó, por cierto, llevándose físicamente la capital. El gobierno político de la Provincia de Vigo quedó instalada en un edificio que hoy sirve de sede de los registros en la calle Real. No se me ocurre mejor lugar: ejemplariza el largo y difícil camino hasta conseguir la mayor parte de los servicios de un capital desde aquella experiencia frustrada del siglo XIX. Vigo ya los tiene todos pero el viaje no ha terminado. 
Pero ser capital -lo es gracias a la Ley del Área- es un toma y daca y así hay que entenderlo. Supone que haya hospitales y la jefatura en su demarcación, una Delegación de la Xunta, la Audiencia, Tráfico o registros. Y miles de puestos de trabajo de calidad y capacidad de decisión en Seguridad Social, Tesorería o Agencia Tributaria. Y también manifestaciones de vecinos del entorno que protestan en la capital y miles de personas que llegan a trabajar, al médico o a los juzgados y que no pueden ser despachados sin más porque forma parte del trato, como bien saben los madrileños. Resulta una paradoja que el transporte metropolitano funcione a medias y los vecinos de Cangas, Redondela o Baiona subvencionen con sus impuestos los viajes de los vigueses en barco o bus y no al revés. Ser capital conlleva obligaciones, pero valen la pena. Continuará...

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