Opinión

Samil y la duda eterna

Nunca ha tenido claro esta ciudad qué hacer con Samil, así que los sucesivos responsables han ido haciendo una cosa y la contraria, lo que se ha plasmado en planes de urbanismo plagados a menudo de medidas contradictorias para el desarrollo del entorno, pasando desde llenarlo de hoteles a suprimir el paseo y la avenida hasta volver a la sociedad primigenia o construir un nuevo barrio. La peor fue la decisión de dejar la avenida de Europa en manos de la promoción privada, que como se ha podido comprobar apenas ha movido un dedo, por una u otra causa. Había dos posibilidades: convertir de una vez y con una inversión decidida la mala carretera entre Coia y Samil en una gran avenida con bulevares, paseos y una conexión rápida mediante un tranvía o algo similar, o dejar que el desarrollo de los polígonos del entorno permitiera la cesión de terrenos al Concello. Se optó por lo segundo y el resultado está a la vista. La famosa Milla Verde no ha avanzado un metro y en el mejor de los casos habrá una acera, que es mucho sobre lo que hay ahora -casi nada- pero muy poco sobre lo que debería. El asunto consiste en responder una pregunta: ¿Quiere la Muy Leal mantener un cordón umbilical permanente con su principal playa durante todo el año o seguir como ahora, como una especie de isla? La respuesta definirá la cuestión, que sigue sin resolverse, lo que lastra las posibilidades turísticas de la ciudad durante el verano y el disfrute ciudadano de su primera playa el resto de la temporada.
La idea de Samil como balneario se remonta a la Utopía Palacios y ha sido retomada de forma periódica. Cuando se construyo la Gran Vía ya se planteaba su extensión hasta Samil en tres fases: la primera, abierta en tiempos de Franco; la segunda, hoy Castelao, desde Travesas hasta el final de Coia, y la tercera, la avenida de Europa, inconclusa. Vigo es muy dado a ir creando islas, una en Samil, otra en Navia, para pasarse luego años construyendo puentes para enlazar. Es lo que hay. Continuará...

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