Opinión

Sabios como Sócrates

Por fin ya estamos como Sócrates y como él sólo sabemos que nada sabemos en realidad. A nadie ha extrañado del todo que una vez más las investigaciones policiales y judiciales en busca de incendiarios hayan terminado en agua, sin llegar siquiera al juicio ante la evidencia de la falta de evidencia. 
Podemos resumir el estado de las cosas: hay incendios, menos pero cada vez mayores y más destructivos, todos son provocados, pero no hay culpables, lo que entender como un misterio similar a la Trinidad. Indescifrable. 
La ola de 2017, un día de fuego  que asustó a los vigueses porque nunca antes se vio la ciudad cercada como aquel día de octubre, ha dejado como resultado cero, como también sucedió con del agosto de 2006, con la Xunta del bipartito recién aterrizada y 77.000 hectáreas calcinadas. No hubo trama organizada en este caso ni tampoco en el más reciente, y eso es pura lógica, aunque en la ciudad de Vigo se produjeron incendios inexplicables para el comisario jefe de la Policía si no es por mano humana dolosa. 
En el monte estaríamos ante una culpa sobrevenida por otras causas, entre ellas no la menor las quemas descontroladas que acaban provocando una catástrofe al sumarse otros elementos, como el viento fuerte; o que al mismo tiempo haya varios fuegos, lo que obliga a que los efectivos se dividan. Añadimos al cóctel el paisanaje gallego, con sus fobias y filias y otros intereses de diverso pelaje para llegar al resultado final: ninguno. No hay ni puede haber trama organizada, pero sí quien quema el monte de forma voluntaria o culposa. En algún momento estaría bien que pasara ante el juez para explicarse en un tribunal. Continuará...

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