Opinión

Recuerdos del asilo

Las religiosas del antiguo Asilo abandonaron Pi y Margall y se trasladaron a Alcabre, unas instalaciones infinitamente mejores y en una zona privilegiada pero aún añoran su antigua casa por muchos motivos. Entre otros, su emplazamiento central, la solidez de la construcción y la historia que había entre aquellas piedras. Supongo que también echarán de menos el éxito pecuniario de las imágenes de Santa Marta y San Antonio. Pero más que nada les duele ver que  no se ha cumplido lo previsto: demoler el Asilo y conservar la fachada neogótica de la iglesia como emblema del nuevo Barrio do Cura. Nada hubo: la antigua iglesia se ha convertido en el centro de la okupación y el barrio está peor que hace 15 años, degradado y en ruinas, tomando el relevo del Casco Vello, hoy felizmente en proceso de recuperación, aunque todavía lejos de su rehabilitación completa. Son como vasos comunicantes: en el barrio histórico se puso en marcha un organismo público, el CCVV, destinado a revertir el abandono y conseguir la reocupación de viviendas tras su reforma integral. En torno al Asilo una empresa privada era la encargada de poner en marcha la operación, pero todo ha salido mal y el resultado está a la vista: en pleno centro, miseria y basura con los pocos vecinos que quedan buscando huir.
No está todo perdido. Recordemos hace 25 años cómo era Rosalía de Castro, un tumor en el corazón de la Muy Leal. La decisión de la Corporación de 1991 que presidía Carlos Príncipe permitió urbanizar la calle en tiempo récord. Cierto que hubo riesgos: costó denuncias y la declaración ante el Supremo de la totalidad de concejales.

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