Una buena noticia en un día donde el puerto, pilar de la ciudad, se encuentra paralizado por la huelga de la estiba, lo que añade más zozobra a una estadística que en 2017 se traza en negativo y se plasma en cifras que retrotraen a finales del pasado siglo. Vigo se la juega de verdad en su sector marítimo, que parece caminar hacia el abismo con enorme decisión y por decisión propia. No sería la primera vez que ocurre algo así.
Pero la buena noticia: en muy poco tiempo, apenas 20 años, la Reconquista se ha convertido en la fiesta de Vigo con mayúsculas, una auténtica celebración popular ideada desde la asociación vecinal del Casco Vello, que fue la que lanzó la idea, retomando propuestas “históricas”, como la Arribada de Baiona, otro éxito mayúsculo y consolidado.
La Reconquista es el momento clave en la historia de Vigo, cuando pasó de ser una pequeña villa a Ciudad Leal y Valerosa –lo de Fiel fue una invención de alguien que acabó por incorporarse al escudo y hacerse oficial con el paso de los años-.
Se puede considerar su auténtica acta de nacimiento: a partir de ahí, todo fue posible gracias a un siglo XIX de lanzamiento y otro XX de expansión, para llegar al XXI donde la ciudad va cosiendo sus costuras, algunas de ellas con enormes dificultades y no sólo en la integración de las parroquias con la ciudad –en parte conseguido, con la transformación del antiguo rural en zonas residenciales- sino en el propio cogollo urbano, donde hay mucho por "pegar".
La Reconquista es la celebración popular de Vigo y sus promotores han recorrido con rapidez un trayecto que les ha llevado de una propuesta de barrio a su consolidación primero como fiesta local, luego autonómica y ahora acaba de iniciar el proceso para que sea también de interés turístico nacional. La Arribada -el modelo a seguir- ha llegado más lejos al convertirse en fiesta internacional, lo que añade impacto y visibilidad.
Es lo que más necesita Vigo: hitos que liguen la ciudad con hechos y lugares que signifiquen publicidad en positivo. Como el Parque de las Cíes y la Unesco. O el Celta en Europa. Continuará...
