Opinión

Luis Espada y su gesta

Llamó ayer Salustiano Mato en varias ocasiones “rector” a Luis Espada, pese a que hace muchos años que abandonó el cargo, 25 nada menos. Después de Espada llegaron sucesivamente Rodríguez Vázquez, Domingo Docampo, Alberto Gago y Mato, que dentro de unos días cederá el turno a Pachi Reigosa, rector electo. Pero es cierto que Espada es mucho más que un exrector: fue el primero que se puso al frente de la Universidad de Vigo cuanto todo estaba por hacer y nada era fácil. Cuando Luis Espada inauguró la universidad viguesa no había ni siquiera rectorado y tuvieron que reunirse durante un tiempo en el Edificio Moderno de la Porta do Sol. Después se mudaron al Cambón, donde hoy está la sede del Parque Nacional Islas Atlánticas, y más tarde a Areal, para acabar en el feo Rectorado del campus, que si nada se tuerce no será el último: en O Berbés se abrirá dentro de unos meses una oficina del rector en el centro de la ciudad, al lado mismo del albergue de peregrinos. Hace falta para que sea más visible su presencia. 
Ha contado Luis Espada que no sólo no había casi nada -nueve titulaciones, hoy más de un centenar entre diversos grados y másteres- sino que lo primero que tuvo que atender fue una deuda de Caixanova, cuyo director general le exigió que pagara sin demora el coste del antiguo colegio universitario. Eso para empezar. Luego vino todo lo demás, comenzando por organizar desde Vigo cuatro campus en tres ciudades, conseguir financiación y nuevas titulaciones, entre ellas Derecho, que se logró, y Medicina, que no. Pero pese a ello, la historia de la Universidad de Vigo es la de un éxito. Los datos de Espada son claros y contundentes.

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