Opinión

La universidad, un ejemplo

La Universidad de Vigo todavía no tiene 30 años de existencia -la creó Laxe desde la Xunta en su efímero pero provechosa Presidencia- pero su presencia ya está interiorizada en la ciudad, a la altura de otras instituciones de mayor historia, como Zona Franca o la Autoridad Portuaria. Ayer tocó cambió de rector, convirtiéndose Pachi Reigosa en el sexto de una serie que abrió Luis Espada, quien tuvo que iniciarlo todo desde cero y con una mochila llena de problemas, exigencias y dudas. La trascendencia creciente de la Uvigo se pudo comprobar en la presencia de representantes de toda la sociedad, y no sólo viguesa sino gallega. Destacaron Ana Pastor y sobre todo Feijóo, estrella del momento, foco de la expectación alimentada ayer con una brutal sobredosis mediática. 
La Universidad de Vigo, quizá por su juventud, guarda en sus estatutos la prudente exigencia de limitar a dos los mandatos al frente de la institución, ocho años en total, que son los que han consumido los dos últimos rectores. Cada uno con su propia idea, lo que permite por un lado que ninguno sienta la tentación de considera que el despacho de la Rectoría es el suyo y por otro agilizar al máximo los planes para tratar de ponerlos en marcha. La llegada de Reigosa, como antes la de Mato, supondrá continuar con los proyectos iniciados y al mismo tiempo que el nuevo equipo pueda ofrecer su nueva visión, la de un recién llegado al cargo pero no a la Universidad, que conoce de sobra. La limitación de mandatos opera en otros países en las presidencias del Ejecutivo e incluso en el vecino Portugal se ha incluido en el ámbito municipal, reduciendo a tres los períodos que puede pasar un alcalde, doce años, que parecen suficientes para dar un cambio total a una ciudad. En España ya hay cierta tradición. Dos mandatos estuvo Aznar y otros dos Zapatero y Rajoy, en su caso de forma incompleta, pero esa es otra historia, que acaba de iniciarse con el Gobierno cauto y efectista de PS. Continuará...

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