Opinión

hace 25 años de un tremendo error

Hace ahora exactamente 25 años se inauguraba el primer tramo de la autovía Vigo-Porriño -hoy conocida como A-55- en un acto al que entre otros  ilustres acudía el vigués Justo González Ballesta, entonces alcalde de Mos y hasta hace apenas unas semanas presidente del Real Club Náutico. Ballesta protestó enérgicamente y lo hizo constar con un escrito entregado a los representantes de Fomento al considerar que se había abierto una autovía deficiente, muy peligrosa, mal iluminada y con enormes defectos, entre ellos la falta de teléfonos de socorro y acceso inadecuados. 
No le faltaba razón. 25 años después, Fomento y Tráfico han hecho todo lo que ha estado en su mano para conseguir reducir la siniestralidad de la autovía, y en este aspecto han obtenido un éxito rotundo: ya no hay víctimas mortales y los accidentes, que continúan produciéndose, se limitan en su mayor parte a “chapa y pintura”. Para ello se han realizado inversiones en la mejora de los carriles de aceleración y en el radio de las curvas y se han instalado cinco radares fijos y otros móviles, limitándose la velocidad a 80 por hora y en tramos a 60. 
Por tanto, no es una autovía ni de lejos, sino una mala carretera por la que hay que circular despacio. Se trata de un producto clásico de finales de los ochenta, cuando desde el Gobierno -Touriño estaba en ese momento el ministerio y le produce alergia que se lo recuerden- se inició un plan de desdoblamiento de algunas carreteras nacionales. Fueron las llamadas autovías de primera generación: una auténtica chapuza. De segunda generación es la A-52 hasta Benavente, una magnífica autopista sin peaje. Las de primera, como la A-55, han costado accidentes mortales, cientos de heridos, atascos y retenciones kilométricas a diario -ayer mismo- y miles de multas, además de tener que gastar millones en proyectos para buscar alternativas. La última, pendiente de que algún día se ponga en marcha, plantea la construcción de un túnel entre Mos y Vigo bajo el Meixoeiro, que supondría una  enmienda a la totalidad al proyecto realizado hace 25 años, que como Ballesta pronosticó con acierto, era un completo desastre que obligaría a gastar mucho dinero para parchearlo. 

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