Opinión

El puzzle de Vigo

Las "islas" que quedan por desarrollar en el cogollo de la ciudad recuerdan que una gran parte de Vigo  está aún por construir. Nunca ha sido fácil esta ciudad, desarrollada a impulsos, que recibió el aporte de dos ayuntamientos unidos -anexionados es una palabra muy poco adecuada, menos ahora- en medio siglo, aportando miles de kilómetros cuadrados y población y miles de problemas. Para entendernos, con similar población Vigo tiene 110 kilómetros cuadrados y Coruña 30, así que viendo el lado negativo, las dificultades son enormes para organizar la ciudad de las Rías Baixas, pero a cambio las posibilidades de crecimiento, según el lado positivo, enormes. Así todavía en los años cincuenta Vigo era más una confederación de parroquias, barrios y aldeas que una urbe consolidada, con un centro reducido rodeado de montes y aldeas, cada uno con su personalidad, aunque también conscientes de que formaban parte de un todo metropolitano con capital en Vigo. Ahora se podría decir lo mismo, pero alejando la frontera hasta Porriño, Redondela o Baiona.
Pero en el centro todavía quedan pequeñas partes que por causas a menudo incomprensibles recuerdan el pasado nada remoto en que casi todos estaba por hacer. La última en caer fue Rosalía de Castro, hoy una de las mejores calles de la ciudad y  25 años atrás un agujero negro. Barrio do Cura parece que entra en el camino tras 15 años de fracasos, planes, proyectos, cambios y sentencias judiciales contrarias. Para Vigo supondrá contar con una pieza más del puzzle de la Muy Leal, que se construye con mucho trabajo desde hace 200 años.

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