Opinión

Desde la reconquista

Ya se sabe cuándo se celebrará la Reconquista 2018, y no, tampoco en esta ocasión será el 28 de marzo, sino entre el 6 y el 8 de abril, diez días después de cuando toca. La explicación: que coincide con la Semana Santa, lo que no deja de resultar curioso. De hecho, no se me ocurre un argumento mejor a favor de promocionar la fiesta: miles de personas podrían venir a Vigo aprovechando los días no laborales para conocer en directo en qué consiste una celebración que aspira a tener rango nacional. Difícilmente lo conseguirá mientras, para empezar, no se sepa cuándo toca. Es como si variaran las Navidades o la noche de San Juan. O las fallas o los Sanfermines, que todo el mundo sabe cuándo empezarán, haga sol o llueva.
La Reconquista es una fiesta curiosa, muy en la tradición europea de conmemorar episodios bélicos, aunque hay que decir que la toma de la entonces Villa de Vigo tuvo poca violencia, aunque bajas hubo. El propio Bernardo González del Valle, “Cachamuiña”, se arrepentiría largamente de haber participado de forma tan activa. Aunque luego fue nombrado gobernador de Vigo, las lesiones de las balas que recibió en la toma de la puerta de la Gamboa le provocaron terribles dolores -envenenamiento por plomo, entre otras cosas- la baja del ejército y a la larga le llevarían a la muerte. Sus cartas dicen bastante de lo que pensaba. “Cachamuiña”, fallecido en Ourense pero enterrado en Pereiró, tiene en Vigo una calle bastante lamentable, una especie de trinchera producto de la construcción del consistorio actual. Tampoco es protagonista del monumento de la Plaza de la Independencia, que preside el dudoso militar Pablo Morillo, quien años después volvería a Vigo, esta vez al frente de un ejército absolutista francés para tomar la plaza, en manos de los liberales. Y pese a todo, la fiesta sigue creciendo, aunque difícilmente pasará de ser un acontecimiento local si no se pone orden. Continuará...

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