Opinión

Abrir Vigo al mar de 2019

Abrir Vigo al Mar se planeó hace 25 años y tardó otros 10 en desarrollarse, siguiendo el terrible guión de la extrema lentitud administrativa, agravada cuando se encuentran involucradas varias instituciones, como era el caso. Muchas de las propuestas de aquel programa urbanístico se plantearon cuando, por ejemplo, la supresión de barreras arquitectónicas ni se contemplaba, así que toca darle una vuelta y poner al día todo aquello. 
También sería el momento para recuperar piezas que se acabaron perdiendo por el camino, como tantas veces advirtió el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, a quien le tocó lidiar con todas las trabas imaginables y algunas más. Por ejemplo, los responsables del Puerto liquidaron la construcción del muelle de la Marquesina, un bonito bar-restaurante de una planta que iba a ir donde hoy está la estatua de Verne y el pulpo. Zona Franca eliminó la reforma integral de la Estación Marítima para usos civiles y el Concello puso pegas a abrir una cafetería en el paseo. Claro que todo ello palidece ante el desastre en cascada que provocó el permiso concedido por el Puerto a Casa Pepe para mantener sus naves de avituallamiento e pie de muelle, lo que impidió demoler la piscina del Naútico y construir otra nueva detrás de la sede social y también desarrollar el acuario acristalado en el muelle de Trasatlánticos. Fueron muchas las obras que se quedaron sin hacer, edificios sin demoler que “caparon” el programa urbanístico y redujeron su impacto. Y pese a todo, continúa siendo la mejor transformación urbana de la ciudad en los últimos 30 años por su impacto y emplazamiento en el cogollo urbano. Continuará...

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