Opinión

Veinte años no son nada, treinta....

Cualquier proyecto de cierta relevancia que se ponga en marcha en Vigo acaba eternizándose, como si fuera una suerte de maldición egipcia. Ha pasado con el muelle de Areal, que se diseñó a mediados de los noventa, se puso en marcha a principios de los 2000 y su construcción finaliza en 2014. Veinte años en que ha habido tiempo para pasar por dos crisis -la de los noventa y la actual, que todavía transitamos- varios gobiernos del PSOE y el PP con cuatro presidentes distintos y numerosos cambios en la economía mundial. También en Barrio do Cura: su inicio fue planteado hace más de una década y sigue sin ser más que una propuesta que va superando los obstáculos administrativos como en una gincana. Acaba de conseguir vía libre de la Xunta y la validez de la Gerencia, pero todavía resta mucho trabajo burocrático por delante antes de mover una piedra y demoler un metro del Asilo. Definitivamente, en Vigo veinte años parece que no son nada. 
Pero treinta quizá sean demasiados. Y ese es el tiempo que hará falta para que Navia deje de ser un proyecto en ejecución para convertirse en un barrio como los demás, consolidado y con estructuras firmes. Coia necesitó bastante menos para pasar de ser un núcleo semi-rural al conjunto poblacional más importante de Galicia, con unos 30.000 habitantes en la actualidad. Lo cierto es que en apenas 10 años, todo estaba ya listo, y lo que vino después fue el desarrollo normal de una zona densamente poblada.
No obstante, es cierto que Navia reúne algunas condiciones singulares, siendo la primera que se trata de una suerte de experimento social y urbanístico, más propio de la Brasilia  soñada por Óscar Niemeyer que de la Galicia del siglo XXI. En Navia se partió de cero con la vista puesta en desarrollar un área residencial que pivotaría en torno a una gran avenida, y a su alrededor centros de salud, de educación y enseñanza, parques y zonas de ocio. Incluso un iglesia, la mayor construida desde 2000.
En general se ha logrado, y no hay más que echar un vistazo a Teixugueiras y ver una calle viva, donde llama la atención sobre todo el número de niños pequeños y carritos tirados por sus padres. Han pasado 20 años, mucho tiempo. Navia aún sigue en obras. Así es Vigo.

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