Opinión

Historia de dos ciudades

Hace 30 años se firmó un solemne hermanamiento de Vigo y Oporto que dio lugar, poco después, a la construcción del Eixo Atlántico de ciudades, primer organismo de la Eurorregión, que ha cumplido de sobra con sus propósitos y sigue haciendo servicios. Sin el impulso de Vigo y Oporto, y sus alcaldes de entonces, Carlos Príncipe y  Fernando Gomes, no habría sido posible y la Eurorregión no dispondría de un foro eficaz para articular políticas, hacer propuestas y conseguir financiación europea. Su próximo logro es impulsar la recuperación de la salida sur ferroviaria entre Vigo y Tui que acabaría con el paso del tren por Porriño y convertiría en pasante la estación de Urzaiz, mejorando al mismo tiempo las comunicaciones con Portugal y la Meseta. Si se logra, y no va a ser fácil, sólo con eso estaría justificada la creación del Eixo de municipios.
Vigo  y Oporto son ciudades hermanadas, pero también feroces competidoras en materia aeroportuaria, portuaria, turística e incluso en celebración de ferias y exposiciones. Así están las cosas entre dos urbes muy distintas. Vigo es una ciudad básicamente industrial y dinámica. Oporto, un icono internacional gracias a su vino -que no se produce ni embotella en la ciudad- lo que le ha permitido atraer miles de turistas cada año para contemplar la hermosa ruina de sus calles y edificios. Porque buena parte de Oporto se cae literalmente a trozos. En materia demográfica, un drama: no hace sino perder población y ahora cuenta con unos 250.000 residentes, unos 45.000 menos que Vigo. Pero es la cabeza de un área metropolitana muy potente de un millón de habitantes y además dispone de un equipo de fútbol ganador. Que no es poco. Continuará...

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