Opinión

Drácula en el pleno

El pleno de ayer confirmó que no es necesario que se celebre ninguno más. ¿Para qué? Algunos de los asuntos que se debatieron corresponden a otra jurisdicción –así, un tedioso debate sobre la ley de sanidad, cuyo ámbito es el Congreso de los Diputados- y otros por completo municipales se despacharon sin ningún compromiso sobre su cumplimiento. Más bien al contrario. Fue el caso de la decisión de la Corporación por mayoría de PP y BNG de decir un “no” claro a que el pesquero “Bernardo Alfageme” se instale en una rotonda de Coia. Tras el panegírico del concejal socialista David Regades a lo excelso de la decisión llegó la votación y el comentario posterior del alcalde: de todas formas se va a colocar en Coia. Todo previsible en un ayuntamiento donde las declaraciones plenarias sólo sirven para cumplir un trámite, quizá consecuencia de una legislación municipal presidencialista con un sistema de elección parlamentaria. 
Lo que no se podía esperar es que el mismísimo Príncipe Vlad Draculea apareciera por la Corporación. Lo hizo a resultas de otra iniciativa que se aprobó pero que tampoco supone que se vaya a aplicar sobre el muy limitado horario de la Pinacoteca de la Ferrería. Donde en estos momentos se exhibe una muestra excepcional de Mario Granell que muy difícilmente puede ser vista en un museo que tan sólo es visitable de seis a nueve. Horario que el concejal Relova calificó irónicamente de único en Europa, sólo superado por el museo rumano sobre Drácula, que abre de noche por motivos obvios. El concejal Cayetano Rodríguez, siempre educado y cortés, le replicó que no hace falta ir a Transilvania y que la exposición permanente del Centro Social es incluso más limitada. En definitiva, otro pleno más para el absurdo.

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