Opinión

Carnaval Vigo o de Ourense

Todo lo que ha hecho popular y reconocido al Carnaval de Ourense es de lo que carece el de Vigo. Uno, el ourensano, se plantea de abajo hacia arriba, popular, participativo y sin oficialismo; el otro, justo lo contrario desde el principio al final. Uno, en definitiva, se ha convertido en una manifestación popular y mayoritaria, y el otro, en cambio, parece una actividad lúdica más programada desde las instituciones, como las carreras populares o los conciertos de verano, por decir algo. 
Mientras miles de personas participan activamente durante varios días en el Entroido de Ourense, uno de los más famosos y admirados de toda España, en Vigo la cosa se suele reducir a los viernes en los colegios y a un desfile los sábados que en el colmo del absurdo se acaba celebrando como sea, aunque sea dos semanas después. Que es como trasladar la Cabalgata de Reyes al 7 de febrero o el Fin de Año al 4 de julio. 
Sobre el Meco, una especie de falla valenciana creada por un concejal hace 25 años (otros elementos igualmente prescindibles acabaron desapareciendo por incomprensibles, como el Momo, el Momiño y los reyes del Entroido), nada que decir salvo que funciona en la misma línea que el resto de la fiesta como un elemento dirigido desde el poder normalmente para atacar otro. Este año, parece que será de nuevo quemado en efigie el malvado Feijóo.
Los Carnavales vienen de las saturnales romanas tamizadas por el cristianismo y la Cuaresma y siempre fueron un momento para el desmadre, cuando los esclavos hacían de amos y al revés. En Vigo se ve que no. En Ourense en cambio sí. 

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