Opinión

Balaídos: la reforma

La última reforma de Balaídos se hizo hace más de 30 años, en 1982, para el Mundial de España. Después, poco o nada, salvo el arreglo puntual de goteras y el cambio de cubiertas por pura necesidad. La mejora del estadio no es un capricho sino una exigencia porque su estado general no es crítico pero en absoluto goza de buena salud. Quien más quien menos se teme que algún día una de las esquirlas que cada vez más a menudo saltan de las viejas gradas acaben impactando en la cabeza de alguien. Ya ha estado cerca, sólo es cuestión de mala suerte. O de esperar a que se produzca una tragedia. No parece lo más racional, desde luego.
La obra supondría un gasto de 22 millones de euros, según ha anunciado el Celta –porque el Concello no lo ha hecho oficialmente, nadie sabe por qué- y aunque siempre se podrá apuntar con razón que ese dinero es más necesario para atender otras cuestiones elementales, la realidad dice que en ese preciso lugar se juntan con facilidad 25.000 personas y por tanto tiene que estar en condiciones. Añado lo que representa el Celta para Vigo, su mejor -única- marca reconocida incluso internacionalmente, y eso es así guste o no el fútbol. Bilbao lo acaba de entender con un estadio espectacular que le permitirá alojar grandes acontecimientos deportivos.
El Celta está dispuesto a poner una parte. La Diputación, otra. Y el Concello está obligado como propietario. Xunta y Estado podrían también participar, pero la cuestión esencial es ver cómo, cuándo y cuándo. El club ha dado un paso adelante. La Diputación espera la llamada del titular de la Corporación para sentarse a negociar. Continuará...

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