Opinión

los 25 años de la eurorregión

Hace 25 años, en 1992, el entonces alcalde Carlos Príncipe tuvo la buena idea de crear una serie de organismos para dotar a Vigo de referentes internos, comarcales y en la Eurorregión. Así nacieron la Fundación Provigo, que sentó en una misma mesa a todas las instituciones y grandes empresas; la Mancomunidad, un foro para que los 14 ayuntamientos más cercanos tuvieran donde compartir propuestas y lanzar proyectos comunes bajo el liderazgo de la ciudad-capital, y por fin el Eixo Atlántico de ciudades fruto de la colaboración directa con Oporto, que así se identificaba como un igual. Curiosamente, éste ultimo parecía el de más dudoso futuro y sin embargo ha sido el que mejor vida ha tenido y celebra sus bodas de plata quizá en su mejor  momento. El Eixo era un club para las siete ciudades gallegas y otras tantas del norte de Portugal que se ha convertido en una red donde también entran villas de ambos lados del Miño. Pero el invento marcha. Manuel Pérez, alcalde desde 1995 a 1999, no creía en absoluto en el Eixo y pensó –y lo dijo- en liquidarlo, pero Fraga le convenció. Al final Pérez se hizo converso y apoyó de forma rotunda el organismo, que en ese período asentó en Vigo su oficina central. Para empezar, digamos que no es un chiringuito, sino un instrumento que sirve de foro para problemas comunes. Tiene una voz propia y sobre todo en Portugal, donde no hay autonomías, funciona como lobby de la Región Norte. Se ha oído y mucho al Eixo en los peajes en las autovías o en la mejora del tren Vigo-Oporto, comenzando por evitar su cierre y lograr la mejora de tiempos. La fórmula ya se ha copiado en otras zonas europeas transfronterizas. O sea, funciona.

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