Opinión

La necesaria renovación

Ya lo dice el refrán: "Renovarse o morir". Y en ello debe andar en primer lugar la política y la forma de llevarla a cabo. Está claro, al menos para mí, que el sistema ha llegado a un punto en el que la cosa funciona mal o camina a trancas y barrancas de juzgado en juzgado, llenándose de imputados. Es necesaria una renovación de ideas y para ello debe comenzarse por un vuelco en las mismas estructuras actuales de esta democracia. De seguir así la cosa caminará hacia ni se sabe donde. La renovación generacional está pidiendo paso hace ya tiempo y esto a todos los niveles porque el tiempo es implacable.
Tal como está el sistema de partidos actuales, es el más estrepitoso fracaso. Al pueblo se le emboba e incluso engaña y, como corderos, van al pesebre de las urnas una vez tras otra pero la cosa sigue cada vez peor. Es la cruda realidad en una sociedad movida por la corrupción y palabras inútiles muy hermosas pero sin contenido alguno en el que surgen los llamados antisistema que deben claramente articular sus ideas y explicarlas. Porque el barullo y la hojarasca nunca es permanente y a nada conduce.
Unos están hartos y se abstienen y los otros votan al primero que se les ocurre renunciando a criterios e ideologías con resultados sorprendentes como ha sido el de las recientes elecciones que así lo han demostrado. En primer lugar el personal quiere algo distinto sea lo que fuere. Se ha castigado a la derecha y se ha perdonado a la izquierda, que, también con problemas en los tribunales como en Andalucía, parece que los votantes han mirado para otro lado.
Haría falta en esa renovación necesaria. En primer lugar, una reforma absoluta en el sistema actual de elecciones que posee unas carencias notorias. Las listas abiertas reflejarían un resultado bien distinto y así se castigaría a algunos candidatos y premiaría a quien lo merezca. Porque, y esa es otra, existe en Portugal un caso muy típico que ya hemos comentado aquí. Un candidato que ha pasado por la cárcel y que sigue ganando por mayoría absoluta poniendo su figura en los carteles detrás del candidato de su partido y dirigiendo él desde las bambalinas los vaivenes del ayuntamiento. Todo ello con un principio que es nefasto pero que es real: "Todos los políticos son corruptos. Yo lo soy también pero yo hago cosas". Un peligro que tiene también el sistema actual. Es todo un conglomerado de cosas que necesitan ese vuelco y una nueva noción de lo que debe ser la cosa pública y las maneras de llevarla a la práctica. La actual es caduca y está agotada, y el nuevo Congreso español debiera afrontarlo con calma y buen tino, sin revanchismos ni miras meramente partidistas. Es la época del diálogo pero también de la generosidad y altura de miras.
Posiblemente sea la misma democracia la que debe revisarse para que sea el sistema menos malo como afirmaba el político inglés. ¿Será imposible refundarla y elegir un sistema que nunca nos conduzca a las dictaduras? Por este camino actual serían éstas el desgraciado final, como ha ocurrido y ocurre en países americanos. Un panorama de incertidumbre en el que sobran protagonismos, personajes aferrados al sillón, elementos que van a lo suyo, y se necesitan los grandes personajes de Estado de los que hoy en día, por lo que se ve, carecemos desgraciadamente.
Es hora de que los "santones" de los partidos vean la realidad y dejen su lugar a un aire fresco y nuevo que lejos de perderse en inútiles discusiones miren al bien del pueblo, lo sirvan y se abstengan de llenar sus bolsillos Y esto debieran tenerlo en cuenta y asimilarlo todos sin excepción, aunque para ello deban elevar las dioptrías de sus gafas.

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