Opinión

Gozar del mal ajeno

Para mí existen actitudes que me son difíciles de comprender y asimilar. Incomprensibles actitudes (que las hay) de personajes acaso porque les corroe la envidia o porque son víctimas de problemas personales. Aquellos tan dados a ver los defectos del otro y recomerse cuando ven que los demás son felices, triunfan o les va bien en la vida. Personas cuyo afán de protagonismo debe incluso impedirles descansar y dormir, y que están intranquilos cuando carecen de elementos para meterse, injuriar y desprestigiar a los demás. Gozan incordiando. Conocí y conozco a más de uno siempre presto a criticar; remiso a reconocer méritos ajenos; raudo para clavar puyas; ágil pluma para plasmar insultos y fácil labia para pregonar defectos. ¡Pobres, con lo bien que se está resaltando siempre lo positivo, que todo el mundo tiene, soslayando imperfecciones que menudean bastante menos que las virtudes!


Aquellos para quienes solo es bueno y plausible lo que viene de sus amigos porque a los otros ya se encargan de ir almacenándolos en sus retorcidas mentes. Van por la vida ganando cabreos ajenos y sembrando malestar y crispación con sus opiniones a veces públicas pero que ellos gozan que sean publicadas. Así nunca una sociedad podrá ir adelante, tranquila y feliz.
Y los que andamos por estos medios tenemos un problema con esta gente a la que únicamente satisface cuando se habla bien de “los suyos”, a los demás hay que atacarlos siempre. ¡Craso error! Hay que reconocer la verdad venga de quien viniere. Más de un disgusto me ha costado cuando publico aquí alguna cosa positiva de alguien de distinta ideología que la mía pero que debe resaltarse. El pluralismo es enriquecedor. Me habrán leído mil veces dos ideas que trato de sostener siempre en mi vida sin renunciar por ello a defender aquello en lo que firmemente creo. Una es de mi admirado Enrique Tierno Galván, un caballero educado y cultísimo que pasó por esta vida como un señor. Decía el entonces alcalde de Madrid que: “La categoría de una persona se mide por la capacidad que ésta tiene de rodearse de gente que piensa distinto”. Y la otra frase es la celebre también de Aristóteles que, hablando de su maestro Platón afirmaba: “Amico Plato sed magis amica veritas”. Pues eso, la verdad venga de quien venga.


El olvido de esos principios a más de uno en esta casa nos han costado críticas inmerecidas y, cuando menos, malsanas como venidas de mentes desequilibradas. Es el pago que algunos de esos personajillos dan a quienes dicen lo que piensan aún cuando ellos discrepen.


Decía un cura amigo ya fallecido hace años que “Pensar mal non manten”. ¡Cuánta razón tenía! Ni mantiene al cuerpo ni al espíritu. Ya lo dice la ley física que cuando se da un golpe el mismo impacto sufre el que lo da que el que lo recibe. Algunos deben ser masoquistas y gozan o gozaban metiéndose con todo el mundo repartiendo golpes por doquier, insultando y desprestigiando a medio mundo, que a lo mejor otrora fueron amigos suyos pero que con los golpes consiguieron ponerlos a distancia por exabruptos cuando menos de mala educación. Y si además el que mantiene esa actitud dice profesar la fe cristiana, la actitud es incomprensible. 


Guardo en mi archivo dos críticas increíbles. La una a un articulo en el que alababa la trayectoria de un célebre comunista ourensano, gran persona coherente, y la otra porque en un articulo decía que el comunismo es una ideología más. Nunca de ello me arrepentí. Lo que yo les diga, gozar del mal ajeno, criticar y ver siempre lo negativo así como estar siempre dispuesto a vilipendiar y perseguir para mí es pecado. ¿Lleva a ello el desmesurado afán de protagonismo de algunos? Tal vez…

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