Opinión

El esperpento y el saber estar

Se puede ser de derechas, de izquierdas, de centro y de lo que fuere, siempre y cuando la persona que profesa esa ideología sea coherente. Más aún, me parece correcto que la gente, ante el desconcierto, la incertidumbre y los reiterados descalabros y crispaciones, manifieste su disconformidad. Todo eso muy lógico y humano. De aquí el derecho de huelga y las protestas que deben ser consideradas para tratar de que las cosas vayan bien.
De ahí a ciertas posturas y actitudes hay un trecho. Hasta el punto de que producen perplejidad algunos comportamientos. Porque cada cosa en su sitio y un lugar para cada cosa. Las normas son para todos y las leyes han de cumplirse y también los modos y maneras. Lo demás será una pretensión de hacerse notar a cualquier precio. Hay lugares que merecen cierto respeto lejos de la burda utilización. Para divertirse uno va al circo; para trabajar se va a los lugares oportunos y serios.
Lo que está ocurriendo en este país visto dese fuera hace restregar los ojos para caer en la cuenta de que de espejismo nada, que esa es la realidad; son actitudes de quienes han irrumpido en la sociedad aprovechando un río tan revuelto que ha permitido irse al otro extremo de la orilla y, en el recorrido, llenar las redes de peces. Lo cual lo considero lógico por aquello del "sindicato de cabreados", muchos que lo están pasando mal e infinidad de descontentos. Pero a quienes han llenado las redes de peces cuando menos se les exige coherencia y claridad. Defender a esos peces y por otra parte recibir grandes emolumentos venidos de fuera del país y con intenciones nada claras eso es la más clara incoherencia. Pretender defender a quien nada tienen mientras las cuentas bancarias de los "defensores" rebosan, se acerca al grave delito.
Parece que algunos pretenden hacerse notar como fuere. Y eso cosecha seguidores en ambientes que a lo mejor desconocen los entresijos y lo que hay detrás. Porque estarán de acuerdo conmigo en que los actuales medios tecnológicos hacen llegar a la más estricta intimidad mensajes en los que caen y a los cuales siguen una masa ingente muchas veces obnubilada por el señuelo de un populismo discutible, muy discutible. Ya decía Antonio Machado que: "En España, de cada diez cabezas nueve embisten y una piensa". A lo que Unamuno añade: "¡Que inventen ellos!". Se trata de que el que piensa o inventa lo haga mirando al bien común. Nunca he comprendido el porqué para unos es muy bueno y cuentan matemáticamente uniones con un sector y a otros si lo hacen se echan las manos a la cabeza llamándoles de todo. Aquí parece que todo vale, cualquier unión sirve con tal de ir contra. Cuando menos va contra la honradez y la justicia. 
Y después vienen las formas y el saber estar. A la playa nunca se va de frac así como a las reuniones importantes nunca debe irse de bañador. Actitudes que asombran. Aquellos que juran o prometen lo que les parece saliéndose de las reglas de juego; otros que asisten al Congreso como si fuese a una reunión de amiguetes, cuando existe en el recinto un lugar para dejar a sus hijos. Me parece lógico que una madre dé de mamar a su hijo en una actitud tierna y muy humana, pero de ahí a que lo haga en aquel lugar personalmente, a mí, cuando menos, me sorprende. 
Ni por la cabeza se me pasa herir a nadie y antes bien quisiera respetar a todos, pero acaso soy de otra época y está naciendo otra cultura más desinhibida. Tal vez. Pero al menos de momento y con las leyes en vigor eso choca con las formas y la cultura y las correctas normas de convivencia todavía vigentes. Me pregunto hasta cuando y si la mayoría del pueblo está por la labor de ese cambio radical que aquí y en todas las partes del mundo siguen estando vigentes en la ética, la conducta y las normas de convivencia.
 

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