Opinión

Dejarse aconsejar

Vamos a divagar en medio del verano, que a lo mejor hasta nos vine bien a usted y a mi. Quisiera reflexionar sobre algo que hace tiempo deseaba transmitir. Se trata de aquello a lo que debiéramos estar dispuestos todos, o al menos eso creo.
Dejarse aconsejar es bastante difícil para algunos que se creen en posesión de la verdad suma y saben ellos más que todos juntos. Yo siempre recuerdo dos casos que me tocó vivir en directo. Visitaba Lisboa un matrimonio amigo y nos fuimos en busca de una casa de fados. Estaba todo a tope y al final fuimos a un lugar en el que se combinaba el espectáculo para turistas con fados y canciones célebres. Al cantante de turno se le ocurrió cantar aquella antigua canción de Los Payos, “María Isabel”. Como mi audición es cada vez más corta pensé me fallaba el oído y me cercioré con mis amigos que me dijeron que había oído correctamente. Decía el vocalista: “…coge tu sombrero y pantalón, vamos a la playa calienta el sol…”
Sin dudarlo me acerqué al cantante para corregirle el error ya que él era portugués. “Es póntelo. Está usted equivocado”. Le faltó tiempo para echarme a cajas destempladas. “Calças en espanhol é pantalón. Vaia embora que estou a trabalhar”. Tuve que dar la vuelta. Se negó a la corrección de malas maneras e incluso a la explicación.
Y otro caso muy bueno. Estábamos en Canarias un grupo de amigos y comenzamos a hablar de la belleza de Lanzarote y personalmente les resaltaba la grandeza de César Manrique que influyó muy notablemente y sobre todo, les decía, en el incomparable marco de “Los Jameos del agua”. Un marco incomparable y único. Jameos es un agujero que se produce como consecuencia del hundimiento del techo en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del Volcán de la Corona con unos seis kms. de longitud bajo la superficie marina.
Esto que es de dominio común para los canarios lo desconocía una de las personas de nuestra reunión que poco menos que a carcajada limpia me soltó. “¡Por favor José Carlos, son los Gemelos del agua!”. El silencio contenido de los presentes fue la mejor corrección. Nadie dijo ni palabra.
Es fundamental saber escuchar y aceptar las infinitas cosas buenas que pueden venir de nuestros amigos. Personalmente he aceptado y agradezco miles de consejos. Como aquel de Filgueira Valverde que me decía que antes de publicar algo lo dejase leer a otro y repasarlo. O aquel de Lalo Pavón por el cual trato de nunca poner la palabra “no” en mis escritos. Y en esta misma casa ¡cuánto le debo a los consejos de Guede, Alvarado, Alfonso y muchos más! Como el de nuestro subdirector Miguel Sánchez que me sacó de mi ignorancia al no saber que existe “asolar” pero también “asuelar”, cuando la destrucción es total. Impagables consejos.
Somos muy dados a olvidar los pecados capitales y, entre ellos la humildad refugiándonos en nuestra soberbia que nos obnubila ante consejos venidos de fuera. Es cierto que nunca se deben dar consejos a aquellos que se niegan a pedirlos, pero más cierto es todavía que la experiencia de los otros si se transmite sin prejuicios siempre enriquece nuestros conocimientos, nuestra cultura.
Desgraciadamente todos tenemos a nuestro alrededor algunos cuya cultura está bajo mínimos y meten la pata con la mayor naturalidad del mundo. Es lo que Ogando Vázquez repetía tantas veces: “Para cualquier institución hay que buscar los más capaces pero… entre ellos meter siempre a un tonto, pero un tonto útil”. Los inútiles al contrario de los sagaces te introducen un lío y nunca sabrán sacarte. Y, para ser útiles es necesaria mucha cultura y grandes dosis de humildad.

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