Opinión

Ya lo decía Horacio

Finalmente habrá nuevas elecciones, con lo que ello supone de gastos añadidos. Esperemos que en la campaña dejen de insultarse mutuamente y echarse la culpa unos a los otros por lo acontecido en estos meses y vayan a los problemas reales del país que es de lo que se trata. Porque vivimos una época de crispaciones, bruscos encontronazos, insultos, manifestaciones por doquier que perturban la paz social. La crisis, los recortes, el paro, están creando situaciones límite. Habríamos de volver a décadas para observar situaciones como las que estamos viendo. Incluso en el Parlamento existen enfrentamientos olvidando el consenso, el diálogo y los razonamientos serios por parte de unos y otros. Faltan hombres de Estado. Por eso viene a mi memoria la célebre frase de Horacio: “Est modus in rebus: sunt certi denique fines, quos ultra citraque nequit consistere rectum”. Para que lo vayan traduciendo, el resumen es que la moderación debe ser la norma: "La moderación en todas las cosas: sin fijar límites, más allá o por debajo de lo correcto".
Es necesaria una vuelta a la concordia, al diálogo y al consenso si queremos que esto funcione, pues de lo contrario acabaremos mal. Se echan de menos dosis de cordura y entendimiento. Es el momento de las grandes miras y de los grandes pactos. Porque aquí parece que cada uno va a lo suyo y lo único que interesa es el escaño, ganar las elecciones, obtener votos aunque para ello en la calle se ponga en entredicho la misma esencia del Estado. Es un ataque y un desequilibrio total. 
Llevamos años esperando a que salgan de la universidad elementos nuevos con ideas frescas y capacidad de sacrificio por el pueblo. Sobran intereses partidistas y personales, corrupciones y luchas fratricidas y es necesario marginar problemas secundarios yendo a lo fundamental. Cuando se ven los temas que se están tratando por los políticos y en la calle, uno se pregunta si resueltos esos se resolvería el problema de la nación, desaparecería el paro y caminásemos hacia una sociedad sin sobresaltos y feliz, que es lo que desea la inmensa mayoría. 
Hace dos mil años Pitágoras también decía que el hombre es la medida de todas las cosas y es una verdad muy cierta. Por otra parte Horacio (65-8 a. C.) combatía los excesos y la mediocridad y pedía la normalidad y el equilibrio solicitando la vía del medio. Justo lo que hoy también acontece. Una sociedad en la que los mediocres abundan, los osados se exhiben y los necios se atreven a dar lecciones. Una sociedad en la que se hace célebre lo venido de Brasil: si un pobre roba una gallina va a la cárcel pero si un rico se enriquece más y es corrupto, se le hace ministro.
Falta la mesura y la moderación, aquello que el mismo Horacio repetía que en todas las cosas se requiere equilibrio por una razón muy sencilla y es que la acritud y los extremismos crean malestar y hasta desazón que es justo lo que estamos padeciendo en los últimos tiempos con tantas noticias desagradables. Porque la verdadera virtud (lo otro será un defecto) proviene siempre de la mesura y la ponderación pero, por lo que se ve, personas ponderadas hoy en día abundan pocas y, por el contrario, menudean los que creen que con el ruido y los golpes se solucionan los temas.
Precisamente en estos meses de incertidumbre política en el país creo que ha faltado la moderación, el verdadero diálogo y el esfuerzo. En suma faltan verdaderas personas con visión de Estado capaces de marginar el raquitismo mental, los intereses personales, las rencillas y los protagonismos, sin olvidar la desmesura con la que algunos pretenden el poder. Lamentable espectáculo, increíbles actitudes y sobre todo ¡pobre país! Esperemos si aprende la lección y a ver que pasa de aquí al 26-J.

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